lunes, marzo 19, 2012

Otra huelga, otra batalla que luchar.


Otra vez días de huelga. Buena parte de lo que pueda decir al respecto ya lo hice hace año y medio en la que tengo la sensación de haber sido mi primera huelga general.

Los días pasan, las sensaciones se acumulan. Sensación agridulce cuando hablo con mis compañeros de trabajo que no secundarán la huelga como nunca lo han hecho, y sin embargo va desapareciendo cierto sentido de superioridad con el que se presumía de no seguir a los sindicatos. El lado bueno de que gobierne el PP es que algunos se quedan sin argumentos. Sensación amarga cuando hablas con gente que haría huelga y no se atreve por miedo a las represalias. Y se hace evidente que para una gran mayoría de la gente hacer huelga es jugarse el despido, y con él la miseria ligada al paro. No se puede pedir a la gente que sean heroes, ese no es el camino, pero ¿cual es entonces?

La economía dicen que se rige por ciclos cortos y largos. El crecimiento económico fluctua en el corto plazo ligando fases de crecimiento más rápido con otras de estancamiento, mientras en el largo plazo se observa una tendencia de crecimiento o estancamiento que cuesta distinguir sin la distancia del tiempo. En el mejor-peor de los casos el PP se puede encontrar con una situación de mejora económica global que le permita vender sus medidas económicas como un éxito que haya puesto freno a la caída o incluso propicie una leve recuperación, yo particularmente no lo creo. Y pienso que incluso si fuera así, en algún momento la gente se dará cuenta de que, medida tras medida, nuestros gobernantes nos han llevado a un mundo que es peor que el que atisbábamos en los viejos años ochenta y que ya disfrutaban nuestros vecinos de Europa. En algún momento la gente se deberá dar cuenta que nos han dejado sin esperanzas de un mundo mejor, más justo, más sano, más sostenible, más humano. En algún momento la gente se acordará de los buenos tiempos, quizás sea mañana, quizás en diez años, o en veinte, si es que el sistema no ha conseguido acabar con toda tentación de albergar esperanzas.

Pero ese es un proceso que a veces se nos antoja ajeno, porque mientras la mayoría de la gente anda perdida e incapaz de encontrar el rumbo, algunos estamos ya hace tiempo esperándoles. Y tratamos desesperadamente de mantener una luz encendida para que la vean en la oscuridad a la que sumisamente parecen haberse entregado. Y lo hacemos huelga a huelga, manifestación a manifestación, blog a blog, cartel a cartel, conversación a conversación, derrota a derrota. Y quiisieramos hacer más y ser menos impotentes, pero de momento solo podemos intentarlo, luchar frente a ellos, pero también frente a muchos de aquellos que deberían ser parte del "nosotros".

Viene otra huelga en la que nos dejaremos todo nuestro esfuerzo y compromiso, una vez más. Y aunque seamos pocos empujando por ella, y aunque los que se nos unan sean minoría, nos reconoceremos en el piquete y la manifestación, nos enorgulleceremos de estar con ellos, con nuestros compañeros, intentando despertar a la sociedad anestesiada, una tarea que parece inmensa siendo tan pocos. Y al día siguiente sabremos que no habremos conseguido lo que queríamos, pero quizás encontremos algunas caras nuevas entre nosotros, igual encontremos más comprensión y más apoyo entre los que aún andan perdidos. Igual incluso consigamos que los que nos dominan escondan tras sus gestos victoriosos una cierta preocupación.

Pequeñas batallas de ciclo corto dentro de un ciclo más largo que quizás nos esté acercando ya a un mundo tan bueno como podría llegar a ser. Y nosotros seguiremos, huelga a huelga, manifestación a manifestación, blog a blog, cartel a cartel, conversación a conversación, derrota a derrota, indefinidamente, con la energía inagotable que dan las convicciones y la seguridad de que la causa lo merecía.

El día 29 se ha convocado una huelga general. Pongamonos a trabajar compañeros.

domingo, marzo 18, 2012

La Economía, algo de ciencia aderezada con mucha ideología


Un viejo chiste de los que se cuentan en la facultad de económicas y al que solo los del ramo encontramos la gracia:
Se encuentran un físico, un químico y un economista encerrados en una celda. Los tres científicos deciden aplicar sus conocimientos para plantear como salir. Así pues el físico propone sacar una barra de la cama para crear una palanca y tratar de doblar los barrotes. El químico propone mantener húmedo un barrote en mal estado para acelerar su oxidación. Cuando le llega el turno al economista, este se levanta y empieza a desarrollar su propio plan: "Supongamos que tenemos la llave..."
El método científico se basa en la formulación de una teoría que se contrasta con la realidad mediante la experimentación hasta que se comprueba como válida. Los experimentos se repiten en entornos controlados que eviten la interferencia de factores que puedan falsear los resultados. Una vez que una teoría se ha dado por válida, sirve como base para futuros avances, dado que las leyes naturales son inmutables. 

Lamentablemente las cosas no son tan fácilies para los "científicos económicos", se trata de una ciencia social y eso complica la experimentación. Incluso buscar la información en el pasado o comparar situaciones entre países es complicado porque las circunstancias no son nunca exactamente iguales y el número de factores que intervienen es inmenso. Aún más complicado resulta predecir el futuro teniendo en cuenta que los sujetos de experimentación aprenden del pasado y modifican sus comportamientos. La realidad es demasiado compleja y cambiante, y por eso los modelos económicos deben simplificar las infinitas variables, asumir condiciones que sabemos son demasiado simples e intentar sacar alguna conclusión, la cual será siempre más válida para explicar el pasado que para predecir el futuro.

Todo lo anterior no quita mérito ni relevancia a los que se dedican al estudio económico, pero nos obliga a relativizar la validez de las teorías que se formulan. Distintos economistas pueden defender teorías perfectamente contradictorias basadas en asumpciones distintas y sobre todo en formas de pensar y entender a la sociedad y a los individuos diferentes. Al fin y al cabo, los economistas formulan ideología, ideología adornada por análisis matemáticos y estudios más o menos profundos. Todo es relativo, y con suficiente ideología detrás se pueden hacer formulaciones realmente ridículas e inconsistentes cuya falta de validez será dificil de probar, siempre habrá alguna variable externa que se utilizará para justificar una incorrecta predicción y poder seguir defendiendo la validez de la teoría.

Todo lo anteriror resulta extremadamente conveniente para quien ostenta el poder. Ante un abanico de teorías económicas contradictorias, resulta bastante sencillo encontrar alguna que resulte conveniente a sus intereses. A partir de ahí todo consiste en hacerla prevalecer frente a las demás, y eso no es dificil cuando se controlan los resortes de los medios de comunicación, así como los organismos y los centros de estudios económicos. El epicentro de ese control ideológico lo constituyen las prestigiosas escuelas de negocios privadas donde se repiten y se difunde ideología económica poco brillante entre alumnos más interesados en buscar un título que ayude en su carrera profesional, que en tratar de ampliar su conocimiento. Un pensamiento acrítico que se retro-alimenta y que se soporta agarrado a si mismo más que apoyado en la realidad.

Las formulaciones ideológicas neoliberales tan en boga en las últimas décadas y que encandilaron a la izquierda socialdemócrata oficial eran ya viejas a principios del siglo XX cuando quedaron desacreditadas por la realidad de la crisis económica y social que provocaron. Hizo falta que pasaran 50 años para que, con unos leves retoques, pudiera ser aupada a la cumbre del pensamiento único, bombardeado a modo de pequeñas pildoras que pudieran ser tragadas por un público poco informado y sin capacidad de oponerse a un bombardeo masivo. 

Dicen que Margaret Tatcher, preguntada tras su retiro por su mejor legado contestó: "Tony Blair". La conversión de los laboristas británicos a la nueva-vieja ideología económica fué clave para su expansión entre otros gobernantes socialdemócratas en busca del poder. Con el bando socialdemócrata convertido, la llama del pensamiento alternativo hubo de refugiarse en los entornos de las iquierdas minoritarias, silenciado e ignorado. La magnitud de la victoria ideológica fue tal, que ni siquiera parece que la constatación de la ruina que las nuevas prácticas nos ha traído haya conseguido minar demasiado su omnipresencia.

Hoy en día, para aquellos que tenemos la más mínima formación económica aderezada con algo de sentido común, resulta evidente que la debilidad del pensamiento neoliberal. Da casi verguenza ajena seguir escuchando a sus defensores utilizar argumentos probadamente falsos para defender lo indefendible. Es triste constatar que es seguramente su propia incapacidad de cuestionar el adoctrinamiento recibido lo que les mantiene en sus trece. De momento siguen siendo útiles y los poderes los mantienen para parapetarse en las ventajas conseguidas. Es verdad que el castillo ideológico se va desmoronando, pero mientras no haya nada mejor, se le mantiene en pie a duras penas mientras algunos esperamos e intentamos que la realidad aporte las evidencias que contribuyan a su caida definitiva.

sábado, marzo 10, 2012

¿Porqué dejamos que nos expolien? (IV) Resistirse a cambiar.



Acabo con esta serie de cuatro entradas que quería dedicar a los posibles motivos de la pasividad de la gente ante la crudeza de la pérdida de derechos a la que es sometida. Si todas las anteriores tenían como nexo común la capacidad de los gestores del poder de engañar a la gente, en este caso toca hablar de algo que tiene que ver más con la capacidad de la gente de engañarse a uno mismo:

¿Porqué permitimos que nos expolien? 

Motivo IV: Resistirse a cambiar.

Si hay que personalizar la extrañeza ante la pasividad del personal al respecto de lo que está ocurriendo, habría que centrarse sobre todo en esas mayorías que se consideran a si mismas de izquierdas, que constituyen el caladero habitual de fieles votantes del PSOE, y que le proporcionan su suelo electoral en los momentos más débiles.

Cogidos uno por uno encuentras en ellos un rango similar de valores a los que podemos tener la gente del entorno de IU, defensa de una sociedad más igualitaria y libre en la que el consumismo y la competitividad despiadada no lo dicte todo. En momentos en que el PSOE extrema en el gobierno sus medidas más conservadoras, pueden llegar a criticar abiertamente a los líderes de su partido, pero al día siguiente volverán a las urnas, aunque sea sin un enorme entusiasmo, y otorgarán su apoyo a los que les han traicionado a ellos y a sus ideas.

Uno de los elementos comunes en la forma de pensar de estos miembros del PSOE es la dureza de sus críticas a IU, al PCE, o a todo lo que quede a la izquierda del partido que representan. Dicha crítica se volverá feroz si alguna vez tenemos la osadía de no regalarles nuestro apoyo en alguna votación. Entre las críticas destacará la acusación de mantener utopías irrealizables, mientras se nos mira con la condescendencia del que ya está de vuelta de todo. Condescendencia que se convertirán si hace falta en acusaciones de irresponsabilidad cuando corresponda por permitir que triunfe la derecha.

Siempre he tenido la impresión de entender bien la forma de pensar de esta gente. Me imagino a mi mismo tragando carros y carretas, aceptando medidas contrarias a mis ideas impuestas por parte de los líderes de mi partido al que sigo enganchado bajo excusas de unidad y pragmatismo, para que venga alguien ha decirme que hay otra vía posible. Si ese alguien tiiene razón, si con mi apoyo o mi silencio he permitido medidas como las que ha aprobado el PSOE de Zapatero o anteriormente el de Gonzalez, mientras había otras vías u otras alternativas, ¿en que me convierto yo? ¿En un desertor? ¿En un traidor a mis propias ideas? ¿En un colaborador en las injusticias del sistema?

Los cambios que han venido ocurriendo en nuestra sociedad en los últimos tiempos, ponen en evidencia decenios de aceptaciones y de renuncias de esas mayorías moderadas que siguieron acríticamente a sus líderes en su giro al liberalismo. Esa gente que pese a sus buenos principios colaboró en el proceso, asiste ahora anonadada a las consecuencias de todo aquello. Hace falta sin embargo un coraje que no parece demasiado extendido para confesarse a si mismo y a los demás todas las cosas en las que estaban equivocados, y todo el mal que sin duda bienintencionadamente han contribuido a generar. Y sin embargo la realidad les grita a los oidos, y yo confío en que despierten de su atonía y decidan que ya es la hora de aceptar los errores y cambiar de rumbo.

jueves, marzo 08, 2012

El discurso de la austeridad



Hace algunos años me contaban una anécdota que creo que viene al caso de esta entrada. Cerca de casa de mi cuñada vivía una anciana de esas tan propias de los pueblos, de años incontables y a quien todo el mundo recuerda vestida siempre de luto. Un día, al cruzarse con mi cuñada, y tras preguntarle como se encontraba, la anciana le puso al día de alguno de esos achaques propios de la edad. La buena mujer había visitado al médico que tras examinarla le recomendó un jarabe, a lo que esta respondió airadamente algo así como que "eso era aguachirri, y que se podía lavar con èl los cojones". Exigió a cambio una inyección que le fué recetada por el paciente médico rural.

Traigo esta anécdota a colación por lo que puede tener de reflejo de un inconsciente colectivo que identifica sufrimiento y penitencia con virtud y recompensa futura. Entiendo que para la anciana, el dolor asociado al pinchazo tenía algún tipo de relación con la efectividad de la cura, nada comparable con el anodino jarabe de dudosos efectos.

No conozco otras culturas lo suficiente para determinar si esta culpabilización del placer y exaltación del sufrimiento es general a todos ellas, pero parece evidente el vínculo entre la doctrina cristiana católica que tanto ha condicionado y condiciona nuestra cultura, con la extensión de ese modelo de pensamiento. Esa negra historia del pecado original, la culpa que se redime mediante sufrimiento en esta vida y la negación y el rechazo a todo lo placentero, es una parte central de ese adoctrinamiento que la gente recibe no ya solo en las iglesias (a las que no va ya ni el gato), sino en las propias escuela pública. La conveniencia de esta doctrina para tratar de mantener mansos a los oprimidos explica en buena medida la simbiosis que históricamente se ha dado en nuestro país entre los poderes opresores con las jerarquías católicas.

Es quizás todo esto lo que explica el continuo recurso al discurso de la austeridad por parte de quienes nos gobiernan. Tan automáticamente efectivo resulta, que a nadie parece extrañar que comparta el mismo telediario con la noticia del aumento del número de los super-ricos en nuestro país (según indicaba ayer la revista Forbes). Oir hablar de sacrificios necesarios y dolorosos a los opulentos miembros de la patronal, o a los muy bien pagados miembros del gobierno debería parecernos a todos un enorme sarcasmo y un enorme insulto. No es así parece para muchos de los españoles, y casi creo estar escuchando esa letanía de Semana Santa que ya siendo chaval me dejara perplejo al oirla por primera vez:

ACTO DE CONTRICCION  1

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre, Redentor mío,
por ser vos quien sois, bondad infinita
y por que os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido,
también me pesa porque podéis castigarme con
las penas del infierno.
Animado con tu divina gracia,
propongo firmemente
nunca mas pecar, confesarme
y cumplir la penitencia que me fuera impuesta,
para el perdón de mis pecados. Amen

ACTO DE CONTRICION 2

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí
y por el cielo que perdí;
pero mucho mas me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar mas y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amen

ACTO PENITENCIAL

Yo confieso ante Dios Todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mi ante Dios, nuestro Señor. Amén

domingo, marzo 04, 2012

Cambio de sistema o cambio de gestor.

Tanto en Grecia (en mayor medida) como en España (en menor), nos encontramos con una ciudadanía absolutamente cabreada con la situación politico económica, con grados de desencanto y desprestigio de la política que baten records. Sin embargo todos tenemos claro que a la hora de una consulta electoral resulta extremadamente dificil que la gente se salga del bipartidismo dominante. En Grecia se llega al punto máximo cuando ante la caida y práctica desaparición del PASOK, ha surgido un nuevo partido de izquierdas que tiene toda la pinta de haberse creado para recoger a los restos del naufragio y mantener las mismas políticas.

La respuesta a porqué tanta resistencia a abandonar a los partidos habituales por parte de la mayoría de los votantes parece en realidad bastante simple. Si bien existe un enorme descrédito y escepticismo al respecto de los partidos que en todo nuestro entorno gestionan el omnipresente capitalismo neoliberal, una cosa es estar en desacuerdo con el gestor, y otro es estar en desacuerdo con el sistema y querer su cambio. Es evidente que esta segunda parte no se ha producido, y la mayoría de la gente entiende o quiere entender los problemas que nos afligen como un problema de una mala gestión de un sistema que es el único posible.

En este entorno se encuadra la situación de un partido como IU, siempre en el filo entre los que apuestan por gestionar el sistema actual y darle una reforma sin cambiar sus principios de fondo, y la gente que apuesta por el cuestionamiento de las reglas del sistema en si. Los cantos de sirena por parte de los que llaman a nuestros distintos líderes y cargos a acercarse al lado de los que apuestan por un simple cambio de conductor de la nave capitalista son fuertes, y son abundantes los ejemplos de los que han sucumbido y han intentado llevar el barco de la coalición a esas costas, para acabar saltando del barco para hacer el recorrido a nado. La tentación es grande, una vez que el puesto de buen gestor del sistema queda de vez en cuando, como ahora mismo, vacante y a la espera de candidatos. Rosa Diez por ejemplo intenta con cierto éxito pescar en esas aguas.

Así pues, este es el entorno en el que nos toca desarrollar nuestra opción política, y no tendrá posibilidades de mover a cantidades de gente suficientes como para provocar una transformación real si no somos capaces de socavar la opinión de la gente no ya hacia la gestión que del sistema han hecho partidos como el PSOE, sino del sistema en si. Nos queda un mundo que recorrer hasta que esto ocurra, porque los decenios de propaganda han grabado a fuego en el inconsciente de la gente que el capitalismo consumista es la única vía. También es verdad que a la espera de que la gente abra los ojos, tenemos trabajo que hacer para construir una alternativa creible, coherente y completa y que responda a las dudas y recelos que los defectos del modelo de "socialismo real" levanta. Defectos que los hubo y extremadamente serios y cuya negación solo nos debilitaría.

sábado, marzo 03, 2012

Una larga cronica de una breve visita a Israel


El trabajo me llevó a principios de esta semana a visitar la oficina de mi empresa en Israel. Confieso que no me gustan los viajes de trabajo, pero este me producía una curiosidad por ver de cerca lo que ocurre en tan complejo rincón del mundo. Tuvimos además la suerte de poder dedicar unas horas a acercarnos desde Tel-Aviv a Jerusalem y charlar con la persona que nos hizo de guía. No podía menos que utilizar este blog para hacer una crónica del viaje.

Aterrizamos en Tel-Aviv el lunes y vengo predispuesto para encontrarme con un país con extremas medidas de seguridad. Salgo de la terminal tras pasar un control de pasaportes habitual y sin notar diferencias al respecto comparado con otros países europeos. Durante el trayecto en el taxi que nos lleva a nuestro hotel en Tel-Aviv no veo presencia alguna del ejercito, ni controles de ningún tipo, ni excesiva cantidad de policía.

El hotel que nos han reservado es excelente y se encuentra enfrente de la playa, junto a un largo y agradable paseo marítimo.El día es magnífico y el Mediterraneo sobre el que vemos la puesta de sol está muy tranquilo. Salimos a cenar a un restaurante en Jaffa, una antiquísima población costera que ahora ha quedado absorbida por la ciudad. Su centro histórico es pequeño pero muy bonito y el paseo antes de cenar resulta muy agradable. Cenamos la excelente comida típica del medio oriente y paseamos por la playa de vuelta al hotel. Por la mañana amanece un día radiante, corro por el paseo marítimo antes de ir a la oficina y recorro varios kilómetros de playa entre grandes hoteles y algunos restaurantes. Mis primeras horas en Israel encajan con cualquier visita a una ciudad turística costera, o casi. Mientras corro sobrevuelan la costa a cierta distancia dos helicopteros Apache. Nada espectacular por otra pare.

Pasamos el día en nuestra oficina en Israel, muy próxima al hotel. Mis relaciones con los compañeros de nuestra oficina allí son bastante buenas y las reuniones que mantenemos son agradables y productivas. Las maneras de los israelies en los negocios se me asemejan a las nuestras. Su tono de voz es alto, las discusiones son acaloradas y el estilo es directo. Ninguno de nuestros interlocutores parece ser árabe y entre ellos hablan en hebreo, aunque casi todos con los que nos hemos cruzado dominan bien el inglés. En las carreteras he notado que los carteles están normalmente en hebreo, árabe e inglés.

Durante la de nuevo excelente comida charlamos con nuestros colegas. Una de ellas nos enseña orgullosa la foto de su hija de unos 20 años. Menuda y morena, aparece con ropa militar y un fusil más grande casi que ella. Con orgullo de madre nos dice que le han propuesto estar un año más de servicio militar para convertirse en oficial. Por la tarde veré cerca de Jerusalem algunos de esos chavales-soldado y me pregunto como puede ser normal que en todo el mundo se haga entrar en el ejército a adolescentes a los que apenas les dejamos el derecho a votar. Como objetor de conciencia no se encontrar un comentario adecuado y vuelvo la vista hacia mis colegas de Madrid (un portugués, un frances y tres españoles), para darme cuenta que seguramente ninguno de ellos ha pasado tampoco por el ejército. En Israel los hombres hacen tres años de "mili" y las mujeres dos. Posteriormente pasan a la reserva hasta los 45 años, y lo normal es pasar servicios adicionales por periodos de un mes o más cada año. Durante nuestra charla me doy cuenta que su participación en el ejército es una parte central de la experiencia de todos ellos, mujeres y hombres. Se me antoja como seguramente un elemento cultural cohesionador clave para el país que define de forma muy importante la pertenencia al grupo muy por encima de, por ejemplo, lo religioso. Un ejército-nación, un concepto y modo de pensar que me hace sentir absolutamente ajeno y extraño. Entiendo el mérito que puede llegar a tener aquí declararse pacifista o cuestionar las acciones del ejército israelí, porque supongo que para la mayoría debe considerarse una forma de traición.

Por la tarde acabamos pronto y acordamos hacer una breve visita guiada a Jerusalem. Nos recoge Iuri, un guía israelí de unos sesenta años que nos conduce por los sesenta kilómetros que separan las dos ciudades. El paisaje durante el primer tramo se realiza por una llanura llena de cultivos y con apariencia de fertil e incluso húmeda. Iuri nos cuenta que este invierno ha llovido mucho lo que sin duda nos da una falsa impresión al respecto. Durante nuestra ascensión hacia Jerusalem, que se encuentra a ochocientos metros de altitud, el paisaje cambia cruzando por algunas zonas arboladas que dan paso a terrenos muy erosionados con suelos cubiertos por roca caliza desnuda entre las que se plantan olivos allí donde hay un trozo de suelo arcilloso. No es un paisaje ajeno para alguien que vive en Guadalajara, quizás algo más extremo, pero uno se pregunta que tiene de atractiva la zona para que en ella se haya establecido la capital histórica de la región. La respuesta parece tener más sentido desde el punto de vista estratégico y militar, dado que la ciudad se establece sobre el punto divisorio entre la llanura costera y el valle del Jordán.

Durante el camino charlo con Iuri. Me explica la demografía de Israel en una doble clasificación étnico-religiosa, con un ochenta por ciento de judios que oscilan entre ateos y ultrareligiosos, un doce por ciento de  árabes musulmanes, un cuatro por ciento de árabes cristianos y un cuatro por ciento de otros. La combinación de nacionalismo político con sentimientos de pertenencia étnica y religiosa parece una receta segura para el desastre. Nuestro propio guía parece ser agnóstico, pero se le intuye un ferreo nacionalismo y un fuerte sentimiento de pertenencia étnica. Lo curioso es que desde fuera la comida, el idioma e incluso los rasgos físicos de árabes y hebreos se nos antojan prácticamente iguales. Se trasluce también en la conversación la importancia que los israelies dan al estudio y la formación, en Jerusalem pasaremos por la cuidada y bonita zona universitaria, de tamaño grande para una ciudad de menos de un millón de habitantes. No parece casual que la cultura judía haya aportado a la humanidad tantos geniales pensadores.

Tiro a Iuri de la lengua un poco sobre el conflicto israelí-arabe. Habla con la arrogancia del vencedor y minimiza el problema reduciendolo a que cada uno vive en su lado. Con cierta prepotencia responde a mi pregunta sobre si le preocupa la falta de estabilidad en Siria, si hay que recurrir al ejército se haría como otras veces (no recuerdo si lo dijo expresamente o así lo intuí). Esa naturalidad con la que se vive el conflicto y el recurso a la guerra se antoja de nuevo sumamente extraño desde el punto de vista europeo.

Nuestro guía no nos lleva por la autopista principal, sino por otra que cruza zona palestina según las fronteras reconocidas internacionalmente. Nos dice que lo hace para evitar el tráfico y para acceder desde la zona del Monte de los Olivos desde donde se tiene la mejor visión de la ciudad antigua. Sea como sea lo que veo en el camino es súmamente llamativo. A los lados de la autopista se alternan alambradas con muros de hormigón salteados de torretas militares. Más allá se ven poblaciones judías y musulmanas separadas por pocos kilómetros, a veces adyacentes. La arquitectura difiere, más occidentales las poblaciones judías, pero sobre todo se aprecia más cuidadas y menos pobres que las depauperadas y descuidadas edificaciones que se vislumbran en los pueblos palestinos.

Se observan pasos fornterizos con presencia militar que comunican unas zonas con otras. Iuri minimiza el problema y rechaza hablar de frontera, los muros están para evitar que se lancen piedras a la autopista, como si estuvieramos ante un problema de gamberrismo. Con naturalidad habla de los permisos de trabajo y como la población palestina accede durante el día a la zona israelí, donde se centra la actividad económica, para volver por la noche a su zona, algo extrañamente compatible con negar que haya frontera. Se intuye una visión del palestino como un inmigrante en su propia tierra al que se le limitan derechos que no se le limita a ningún emigrante en ningúna otra nación. El paralelismo con el "apartheid" se hace abrumadoramente obvio, y el cinismo con la que el mundo lo consiente resulta increible y desesperanzador.

La rapidísima visita a Jerusalem acrecienta mi sensación de estar en un mundo que me es ajeno y extraño. Desde el Monte de los Olivos, casi ya de noche, se ve una bonita panorámica de la ciudad vieja en la que destacan las muy bien conservadas murallas del siglo XVI que rodean un centro histórico de aproximadament un kilómetro cuadrado. Por encima de todo destaca el brillo dorado de la cúpula de la roca sobre el monte del templo. La falta de luz y una acumulación de polvo del desierto en el ambiente impide vislumbrar los detalles. Bajamos en coche por la ladera del Monte de los Olivos donde se encuentra el cementerio judío y pasamos en nuestro recorrido de unos cientos de metros junto al huerto de Jetsemaní y varias iglesias dedicadas a eventos diferentes de la vida y muerte de Jesucristo. Reconozco una importante ignorancia al respecto de los detalles del mito cristiano, pero confrontar los nombres repetidamente oidos con el lugar en si, con todo el distanciamiento de quien carece de sentimiento religioso alguno, me deja la sensación de estar en un lugar ordinario. No soy objetivo, mi visión se hace desde el rencor que siento hacia todas las religiones, y especialmente la cristiana católica con la que convivo. Lo que más interesante se me antoja es el propio cementerio judío, con su  abigarrada monotonía de lápidas blancas sin ninguna ornamentación y cuyo uso se remonta a tiempos bíblicos. También destaca por parecer fuera de lugar la iglesia ortodoxa de Santa María Magdalena con sus cúpulas doradas. No obstante no nos detenemos pues dedicaremos nuestro escaso tiempo a un paseo por la ciudad amurallada.

Aparcamos y hacemos nuestra entrada a la peatonal ciudad amurallada por la puerta de Sión, entre le barrio armenio y el judío. Cruzamos el barrio judío, limpio y bien cuidado cuyo centro es la plaza de Hurva, con su sinagoga ya cerrada a esa hora, pocos metros nos separan de la explanada del templo (o del muro) donde se encuentra el muro de las lamentaciones. Se accede sin problemas, pasando por un detector de metales bajo la descuidada vigilancia de un chaval armado con un arma automática. No me parece ni soldado ni policía, me pregunto si no será nombrado por la propia sinagoga. En la explanada no hay demasiada gente dado la hora que es. Destaca una pasarela completamente forrada de madera, a modo de tunel, que permite acceder desde el exterior de la explanada hasta el monte de templo, lugar de culto musulmán. Tiene un cierto aire de las pasarelas para el ganado, y su objeto es evidentemente aislar a los que entran en el area musulmana de la zona de culto judía, expuesta al lanzamiento de objetos por parte de los que ascienden a la parte superior. A un lado, el muro de las lamentaciones, dividido por una valla en una zona para mujeres y otra para hombres.

La zona de las mujeres es la más cercana a la pasarela, y es a la vez que mucho más reducida que la de los hombres (el desprecio a la mujer parece comun a las tres religiones semíticas). Para acercarme al muro debo ponerme uno de los "kipa" a disposición del público para cubrirse la coronilla según la costumbre hebrea. La escasa gente ora con devoción, mientras mis colegas se hacen fotos posando junto al muro. Al lado norte de la zona de los hombres hay un pequeño tunel paralelo al muro que ofrece una zona más recogida y cubierta. Hace frío y este lugar cubierto es mucho más propicio con mal tiempo, hay incluso calefacción. El tunel de unos treinta o cuarenta metros está jalonado con estanterias con lo que supongo son ejemplares del Torah, y allí el fervor religioso parece más concentrado, los rezos son en voz alta y las ropas negras, sombreros de ala y patillas con tirabuzones de los ultra-ortodoxos, frecuentes en toda la ciudad, son la norma. La sensación de estar fuera de lugar se vuelve tan intensa que no llego a recorrer todo el tunel y me salgo enseguida. Mis compañeros graban allí en video en lo que me parece una falta de respeto solo comparable a la tolerancia con la que estos fanáticos religiosos permiten que se graben sus ritos.

Salimos de la explanada por la entrada norte custodiada con similar indolencia a la que nos sirvió de entrada y de repente nos encontramos en la zona musulmana. Las apretujadas casas se encuentran más descuidadas y ruinosas, y aparecen algunas tiendillas a los lados de la estrecha calle. Me sorprende ver algun judío ortodoxo cruzando sin aparente problema, y le pregunto a Iuri si al estar las comunidades juntas se produce algún tipo de altercado. Me indica que la seguridad es buena y la gente sabe a que atenerse. Me daré cuenta despues que no creo haber visto policias ni militares en la zona amurallada. Le pregunto si hay signos externos que permitan determinar cuando alguien es musulmán (como ocurre con los ortodoxos judíos) y me dice que se nota en el lenguaje corporal. Posteriormente me repetirá lo del lenguaje corporal al pasar por el puesto de control de la autopista, y me quedo con la sensación de que se encuentra en situación de alerta permanente, siempre pendiente de un gesto por parte de esa gente en la que obviamente no confía. Sin embargo hay algo en su paseo que me da la sensación del que se siente dueño del lugar, como si los que allí lo habitaran fueran invitados consentidos. Puede ser que esa impresión me la cree mis propio prejuicio.

Ando pensando esto cuando nuestro guía nos alerta de que estamos en la Via Dolorosa, por donde Jesucristo fuera obligado a acarrear su cruz hasta el Golgota. Recorremos la estrecha calle convertida ahora en zoco forrado de tiendas. Las tiendas ya han cerrado, los turistas no están, y las calles se encuentran sucias y cubiertas de papeles y plásticos. No hay nada destacable en un recorrido de ascenso de unos cientos de metros que nos llevan por la "via crucis" hasta el barrio armenio y finalmente el templo del Santo Sepulcro. Inscripciones en la pared marcan las distintas "estaciones" lugares donde según el nuevo testamento ocurrió algo durante el recorrido de Jesucristo. Me vienen a la cabeza continuamente las imágnenes de "La vida de Brian". Se que hay gente que en estos lugares se derrumba por la emoción, pero yo solo veo un callejón no especialmente bonito de una ciudad antigua. La plaza donde se encuentra la iglesia del Santo Sepulcro, también cerrada ya, es como cualquier otra plaza medieval. Nada en el exterior de la iglesa resulta demasiado llamativo para un profano en arquitectura como yo, y tampoco en la propia iglesia. Una vez más pienso que despojado del simbolismo, el lugar es relativamente corriente.

De vuelta al barrio musulmán nuestro guía nos lleva a un restaurante donde cenamos muy bien de nuevo, el mismo tipo de comida que hemos disfrutado los dos últimos días. No hay cerveza ni vino, ceno con una coca-cola, otro símbolo esta vez moderno, en una ciudad llena de carga simbólica. La lluvia que empieza a caer de vuelta hacia el coche nos impide ver gran cosa del Jerusalem moderno que recorremos sin bajarnos. El parlamento y los distintos ministerios nos dejan claro cual es la auténtica capital del estado de Israel, por más que por no herir sensibilidades las embajadas se encuentren en Tel-Aviv, al igual que nuestra propia oficina. La ciudad moderna la intuyo agradable, con bonita arquitectura, abierta y con bastantes parques.

Por el camino de vuelta reflexiono al pasar junto a Ramala, capital oficiosa de Palestina situada muy cercana a Jerusalem, sobre las impresiones de la visita. Se me antoja el viaje como un remedo de "El Corazón de las Tinieblas" que me ha llevado del mundo moderno al centro de la irracionalidad que supone la religión. Solo el fanatismo más absurdo pudo llevar a miles de europeos a luchar allí en las sangrientas cruzadas, el mismo fanatismo que alimenta odios en un rincón de la tierra sin ninguna relevancia estratégica o económica real.

Vuelvo al hotel y al levantarme el clima ha cambiado radicalmente. Hay tormenta y lluvia que nos acompaña hasta que salimos de Israel por la tarde. Mientras espero a embarcar le doy vuetas a lo que he visto. Por más que me encuentre en un país occidental en sus costumbres, tengo claro que no estoy en mi mundo y que por debajo de la normalidad subyace un conflicto que no parece tener solución. Me alegro de volver a la España y la Europa donde me reconozco, donde el conflicto armado parece algo superado y la religión ha ido perdiendo buena parte de su capacidad de hacer daño.