"Que se vayan todos".
"Todos los políticos son iguales".
"Hay corrupción en todos los partidos".
"No somos ni de izquierdas ni de derechas"
"Esta lucha no es política"
Y podemos seguir y seguir. Desde que surgió el 15 M existe una parte importante de estos movimientos que hace girar los discursos y los eslóganes entorno a un descrédito generalizado de "la política" y "los políticos", sin distinciones, sin matices, fácil de vender y de digerir, de amplio espectro, poco sofisticado, sencillo. Pero no es esa sencillez el único motivo de que llegue tan fácilmente a un número importante de esa gente que ahora protesta y se mueve.
Sabemos en primer lugar que este es un mensaje que tiene importantes defensores y promotores por ser favorable a sus propios intereses.Tenemos por un lado a la izquierda más minoritaria a la que los cauces políticos ordinarios no les concede ninguna oportunidad. Para ellos, la izquierda parlamentaria es inútil y reformista, tan enemigo a batir por tanto como lo es el propio PSOE para gente como yo. Para ellos un partido como IU es evidentemente una parte del sistema por buscar por vías institucionales un cambio que a ellos les parece insuficiente y condenado al fracaso. Es normal que vean en la izquierda parlamentaria un aspecto importante del problema y que la metan en el mismo saco que al bipartidismo. Sin estar de acuerdo con ello, entiendo sus posiciones, pero no creo que estos grupos tengan gran capacidad de conformar opiniones en sectores importantes de la opinión pública
Más relevante y más oculto se encuentra el apoyo de la propia oligarquía que nos gobierna, para la cual el mensaje antipolítico o apolítico es una magnífica forma de desactivar la capacidad transformadora del descontento, mientras el sistema se intenta recomponer. Cuando ya no cuela el bipartidismo, lo importante es negar la existencia de alternativas mientras van montando un UPyD, un Berlusconni o, porqué no, un Grillo. Que a la oligarquía el lenguaje antipolítico no le resulte dañino explicaría porqué un mensaje aparentemente tan rompedor recibe tanta cobertura entre los medios de comunicación. Sin embargo este hecho no explica por si solo porqué el mensaje cala tan fácilmente entre tanta gente, porqué cualquier arenga que mete en el mismo saco a todos los partidos y a todos los políticos es jaleada con tanto entusiasmo por tanta gente.
Hay en mi opinión un aspecto igualmente importante y que tendemos a no considerar. El mensaje anti-político exculpa y evita la auto-crítica a esa gente que hasta ayer mismo han sido destinatario preferente y sustento fundamental de la ideología dominante. Gente que por comodidad o egoísmo habían ignorado o incluso apoyado aquello contra lo que ahora protestan.
- "Progres" ciegos ante la deriva corrupta y neoliberal de los dirigentes del PSOE, tolerantes porque sus dirigentes ganaban elecciones.
- Parados que votaron al PP pensando que precarizando y recortandonos a los demás, ellos conseguirían uno de esos trabajos miserables a los que todos nos veríamos condenados.
- Gente con aspiraciones de subida en el ascensor social y a los que las desigualdades no les parecían tan mal cuando ellos se veían en el lado ganador.
- Propietarios a los que la burbuja inmobiliaria no les parecía tampoco tan mala cosa, mientras calculaban la revalorización de las viviendas que habitaban.
- Pequeños empresarios y autónomos que pedían un descenso de impuestos y de cotizaciones sociales, sin darse cuenta que necesitarían el apoyo de los recursos públicos cuando las cosas se torcieran.
- Empleadores que pedían flexibilidad laboral cuando no pensaban que volvieran a ser empleados.
- Votantes que hacían la vista gorda ante las evidentes corruptelas de los políticos que elegían una y otra vez, siempre que estos les prometíeran un parque, un hospital privatizado o una estación de AVE.
- Triunfadores que atribuían su éxito a sus muchos méritos, antes de que el fracaso les alcanzara a ellos también.
- Trabajadores del sector privado que veían justos y adecuados los recortes a los funcionarios
- Personas mayores a los que el retraso en la jubilaciones de los demás les parecía una garantía de que se mantendrían las prestaciones que ellos ya disfrutaban.
- Aquellos a los que la política no les interesaba y que se desentendían de todo mientras veían el futbol en casa.
A muchos de ellos les resulta mucho más fácil ahora decir que todos fuimos engañados antes que admitir que se dejaron engañar mientras a ellos todo les iba bien. A muchos de ellos les resulta más fácil pensar ahora que todos los partidos son iguales y que todos los políticos son corruptos, antes que aceptar que fueron ellos los que eligieron las opciones equivocadas y a los partidos corruptos. Mucha de esa gente prefiere convencerse de que los problemas que ahora les afectan son nuevos, antes que admitir que las evidencias estaban antes sus ojos, igual que estaban ante los nuestros.
No señores, ni todos los políticos son iguales, ni todos los votantes somos iguales, ni todos los ciudadanos nos hemos comportado igual. Nosotros tenemos nuestros propios errores y nuestras propias culpas, y seguramente podríamos haber hecho más, o haberlo hecho mejor. Se nos puede acusar de que no hemos sido capaces de derribar el sistema, pero desde luego no hemos contribuido voluntariamente a su sostén, al contrario de muchos de los que ahora se amparan en las proclamas anti-políticas y ayudan con ello una vez más a perpetuar el problema.