1.- ¿Refundar la izquierda o refundar IU? Hasta en el propio encabezamiento me parece que hay confusión. Me da la impresión de que para muchos el intento es de fortalecer una debilitada IU, lo que en mi opinión sería un grave error. Se debería tratar de definir un modelo organizativo que permita confluir y trabajar coordinadamente a tanta gente que comparte una visión crítica de nuestra sociedad similar si bien con "acentos" diferentes. Si el vehículo para tal travesía debe ser una IU diferente de lo que hay ahora, es una decisión que solo puede llegar despues y ser tomada entre todos los que participen en el proceso.
2.- ¿Estamos ante un debate ideológico u organizativo? Para mi el aspecto central del proceso y el que tiene más riesgo de llevarlo al fracaso. Muchos compañeros parecen escandalizarse ante la idea de no centrar el debate en lo ideológico, y argumentan que una organización no es nada si no está al servicio de una ideología. Así somos la gente de izquierdas, nuestra gran virtud es que somos utópicos y con ideas propias, pero en ello encontramos nuestra condena en forma de dogmatismo y falta de flexibilidad para trabajar conjuntamente. En mi opinión es obvio que existe un sustrato de principios comunes (crítica al capitalismo, sostenibilidad, equidad, libertad, republicanismo...) que evidentemente debe definirse de una manera amplia que de cabida confortable a todos los que constituimos la izquierda, pero sin tratar de cerrarlo y convertirlo en algo inamovible y rígido. La ideología debería estar viva y evolucionar en un proceso continuo de cuestionamiento y autocrìtica. Lo que hace falta es construir un entorno organizativo que permita que todos los que nos consideramos de izquierdas y críticos con el sistema podamos juntarnos, discutir y trabajar en objetivos comunes. Existe sin embargo una contradicción entre la afinidad entre grupos de gente con opiniones similares dentro de una organización (algo en mi opinión normal, inevitable e incluso deseable) con el riesgo de que la vida de esta se convierta en una mera pugna de grupos enfrentados en la que quien es minoritario se sienta apisonado y ninguneado. Es la hora de constituir una organización protagonizada por la democracia directa por encima de delegaciones que obligan a elegir entre "paquetes ideológicos" entre los cuales hay inevitablemente afinidades y desacuerdos. Si cada idea fundamental y cada propuesta clave se somete a la decisión de todos, quitaremos fuerza a las temidas oligarquías que copan los cargos organizativos, cuya función debería estar al servicio de las decisiones de todos. Pedir a esos miembros de las oligarquías que ahora ostentan el poder que renuncien a ejercerlo resulta un imposible para ellos y lo sería para cualquiera en su caso. Hay que devolver ese poder a cada uno de los miembros de la nueva organización si queremos que esta no sea una nueva repetición de fracasos anteriores.
3.- ¿Movimiento social o partido político clásico? 30 años de pseudo-democracia nos debería haber convencido ya de que estamos jugando en una partida amañada controlada por quienes tienen el necesario poder económico. El lazo de la soga se ha ido apretando con un control absoluto de los medios de comunicación. Es evidendte que todo estaba atado y bien atado, con un sistema enfocado hacia un falso bipartidismo que ate a una población bombardeada ideológicamente, confundida y desesperada en la resignación y el conformismo. Debería ser evidente que para poder cambiar algo debemos de salirnos de estas reglas del juego y dar las batallas previas en los terrenos donde nuestra derrota actual es más evidente, fomentar el cambio de valores, la visión crítica ante las injusticias del sistema y la creencia en que las cosas se pueden cambiar. Deben crearse canales de información alternativos que cuestionen el monopolio de los grandes medios, trabajar en la calle, hablando con la gente, haciendo propuestas concretas, haciendonos visibles. Es un trabajo de preparacion de la tierra sobre la que queremos plantar nuestras ideas. Nuestra medida de éxito no puede ser el resultado de la siguiente campaña electoral, sino el conseguir resquebrajar el modelo ideológico dominante, atraer a gente activa y aumentar nuestra capacidad de influir en la sociedad. Pasar de un 3,5% a un 10% en unas elecciones resulta un expectacular avance sin consecuencia alguna, dado que solo un inimaginable a estas alturas 51% nos permitiría de verdad la capacidad de ostentar el poder y cambiar la sociedad desde este. En este camino no se puede contar con alianzas con los partidos al servicio del mantenimiento del sistema como es el propio PSOE.
Yo soy un optimista impenitente y creo que este proceso de refundación es una buena oportunidad. Si fracasamos, malo será que no aprendamos nada en el camino que nos permita empezar mejor un futuro intento. Juega en nuestro favor que las contradicciones del sistema son ya tan evidentes que ni las habituales manos de pintura para tapar las grietas creo que vayan a ser suficientes en los tiempos que vienen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario