Hace unos días, intercambiando mensajes al respecto del acuerdo de las pensiones, alguien me hizo un simil entre la gente en la cola de la oficina del paro con los judíos que entreban en los trenes camino de Auschwitz. El simil me parece especialmente atinado viendo la falta de reacción de la gente ante la agresión que están sufriendo en sus derechos.
Resulta sorprendente dado que los colectivos damnificados hasta el momento son inmensos, y el daño ocasionado es tangible e incuestionable. Son millones de funcionarios los que han visto reducido su salario, millones de pensionistas que han visto su pensión congelada y millones de trabajadores más que han visto extendida su vida laboral y reducidas sus pensiones, millones de trabajadores en riesgo de despido que verán su indemnización cercenada, cientos de miles de parados de larga duración que han perdido una parte fundamental de sus medios de sustento, cientos de miles de familias deshauciadas por los bancos con los que seguirán de por vida endeudados. ¿Como se explica la falta de reacción de los agredidos?
La respuesta está en la eficiente manera en la que el sistema ha conseguido canalizar la frustración hacia posiciones que no le pongan en peligro. Lo llevamos viendo durante decenios y se expresa perfectamente en la abstención electoral de una ciudadanía que no le gusta las alternativas que recibe, que no cree que su voto vaya a cambiar nada y que ha perdido la esperanza de que haya algo mejor por lo que luchar.
Si la situación no fuera tan dramática no dejaría de ser fascinante. Uno observa a sus conciudadanos con la curiosidad de quien observa el resultado de un experimento científico. Asiste a como la gente es exprimida, expoliada y explotada y se pregunta si habrá un punto en el que ese subempleado mileurista, que vota al PSOE o al PP y que justifica todo lo que ambos partidos hacen con la pasión del forofo futbolero, empezará a cuestionarse las doctrinas inculcadas.
A este respecto, lo ocurrido en los paises árabes en fechas recientes nos puede dar interesantes pistas. ¿Porqué regímenes diferentes caen en espacio de pocos días en distintos países? En mi opinión está claro que lo que se ha contagiado entre los pueblos es una esperanza que ha reemplazado a la resignación indignada. Cuando la población de Túnez derribó a su gobierno, mandó un potente mensaje a esas mansas masas que en otros países como Egipto habían asumido que nada podía cambiar. Cuando la resignación se convirtió en esperanza la caída de regímnenes aparentemente estables fué cuestión de días.
No existen seguramente paralelismos entre las situaciónes de Egipto y Túnez con la de los países europeos. Sin embargo debería ser muy tenido en cuenta por parte de los que desde los resortes del poder nos imponen su agenda de recortes sociales de forma inmisericorde. El nivel de indignación de la gente es ya muy elevado, y bastará con que una llama surja en algún rincón de Europa para que, como en Egipto, millones de personas salgan de su ensoñación desesperada en todo el continente y se ponga en marcha una reacción ciudadana de consecuencias que igual nadie se espera.
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1 comentario:
Hola: soy Elisa Crespo. El sábado estuve en la asamblea sb las mesas de convergencia e intento encontrar a las personas de Guadalajara que estuvieron allí para conocernos e intentar empezar a trabajar. ¿Podrías contactarme? (elisacrespo77@hotmail.com), gracias y ánimo!
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