Cuando tenía 13 años acostumbraba a ir con un amigo a un gran almacén cerca del instituto a ver las novedades en un juego de futbol llamado Subbuteo, una versión moderna y sofisticada de las clásicas chapas. Ante las novedades continuas nuestras inexistentes economías solo daban para mirar. Uno de mis amigos cayó en la tentación y aprovechando la falta de vigilancia empezó a llevarse alguna cosa, el tema fue creciendo mientras a algunos como yo nos sujetaba el miedo a romper las normas. Confieso que al final sucumbí, y el primer día que cogí algo fue justo el día que nos pillaron. Aunque entonces me sentí bastante culpable, ahora soy consciente de que ver como el arsenal de juegos de mi amigo crecía sin consecuencia negativa alguna era una tentación a la que dificilmente un chico de 13 años podía resistirse.
Las personas somos relativamente simples, y me encuentro ahora reflexionando sobre las similitudes de aquella situación con lo ocurrido en la economía en los últimos años. Cuando entronizas el enriquecimiento como máximo valor social resulta dificil evitar que en el paroxismo de la fiesta todo el mundo se deje llevar por la irresistible atracción de la especulación. ¿Para qué dedicar tus esfuerzos a fabricar quesos cuando puedes vender al fábrica y comprar pisos con un beneficio en un año que no te darían los quesos en toda tu vida?
Pese a la alegría que le daba el incremento del mercado inmobiliario a nuestro insigne ex lider del FMI, resulta obvio que el beneficio piramidal del especulador no es nada más que pan de hoy y hambre de mañana, y toda tentación al respecto debe eliminarse radicalmente. No podemos permitir que un mercado adicto al beneficio inmediato regule como se cubren las necesidades de los ciudadanos, y para ello el estado, todos nosotros, deberíamos actuar con mano de hierro. Existen los medios, lo que no ha existido es la voluntad de pornerlos en marcha mediante políticas de intervención directa y la imposición de sanciones y medidas fiscales tan duras como haga falta. En los próximos años habrá que ir levantando todas las herramientas que nos permitan controlar a un mercado ciego e irracional. Y lo que es más importante, tendremos que armarnos moralmente e ideológicamente para que cuando la tentacion de la exuberancia especulativa vuelva (que volverá, porque siempre vuelve, o más bien porque nunca se va) sepamos ver algo más allá que un niño de 13 años que mira con envidia la riqueza repentina del amigo.
lunes, octubre 13, 2008
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3 comentarios:
Cuanta razón Enrique.
Por cierto, como me acuerdo del subbuteo. Lo bien que me lo pasaba jugando con mi padre, en casa de mi abuela, en una mesa amplia de madera...
Saludos nostálgicos
Habrá que ir a, Rusia, Polonia y a todos esos paises del Este que están ahora en pleno festín especulador tras tantos años de felicidad comunista a explicarles lo malo que es eso y como les están corrompiendo.
El drama de la crisis economica actual es que se han roto los manuales de intrucciones, y si los gobernantes no la conducen bien esto puede acabar como el rosario de la aurora.
¿que gobernate renunciaría a cuatro años de poder sin especular con el voto de la gente?
En esta vida todo el mundo especula con todo, no deberíamos sorprendernos a estas alturas del cuento.
No hombre no. La especulación es cojonuda. Como vamos a decir lo contrario.
Todo el mundo especula con todo si la ley no interviene. Si intervienes en los mercados como en el de la vivienda te encuentras con una situación como la del mercado Holandés, que se parece en poco al español. Si creas la tasa Tobin que penaliza los movimientos de capital desincentivas movimientos especulativos. Todo esto ya se sabe anónimo, lo aabe todo el mundo, osea que no es que sean tontos ni que no tengan manuales de instrucciones, es que son demasiado listos.
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