Pongamos que hablamos de un pueblo de una provincia limítrofe con Madrid. Un pueblo de los que han crecido a base de urbanizaciones pobladas con gente venida de la capital. Un pueblo de los que han tenido un crecimiento urbanístico que ha triplicado la población empadronada en apenas 10 años (sin tener en cuenta a todos los que por diversos temas siguen empadronados en Madrid). Con el crecimiento llegó el maná financiero correspondiente, consumido a base de servicios y las obras municipales como el pueblo no había conocido. Al acabar la fiesta urbanístico el pueblo vive su propio estrangulamiento financiero, si bien afortunadamente sin haberse endeudado en el camino. Uno más de tantos ejemplos en la España post-burbuja.
Mi pueblo lleva gobernado por el PP desde los años 80, de hecho lleva gobernado por las mismas familias desde que nosotros llegamos hace 10 años. A la alcaldesa le sucedió su sobrino. Al sobrino le sucedió el cuñado del sobrino. Nos dicen algunos conocidos que en realidad son las mismas familias que llevan el control del pueblo desde el franquismo, que la casa familiar fue expropiada tras una denuncia a sus dueños anteriores tras la guerra civil. Yo no lo se, pero desde los tiempos en que ayudé a constituir una asociación para coordinar a los propietarios de mi urbanización por problemas que no vienen al caso, tuve la oportunidad de conocer y tratar a esta gente. Buenas palabras que muchas veces no eran acompañadas por los hechos, gente civilizada, los posibles pecados familiares pasados enterrados bajo una impecable pátina democrática post-transición. Una transición que cambió las formas, pero no cedió el viejo poder local.
No he sido muy activo nunca en la política municipal, pero en algún momento hace unos tres años, en mi doble condición de forastero que se siente discriminado por la pequeña oligarquía local, y de miembro de IU, decidí implicarme más de cara a las elecciones municipales pasadas. La cuasi-agrupación local está formada por dos afiliados (incluido yo) y un grupo de media docena de simpatizantes activos. En las elecciones de 2007, las primeras en las que IU tuvo candidatura, conseguimos un 7%, 91 votos que casi nos dio para un concejal. En 2011, gracias a capitalizar el creciente desacuerdo de los nuevos vecinos con los gobernantes locales, y gracias también en parte a los problemas locales del PSOE, nuestro resultado subió a casi el 21%, a tan solo un punto y medio del PSOE y obteniendo 2 concejales. Faltó poco para arrancarle la mayoría absoluta al PP, pese a no contar ni con medios ni con presencia municipal previa.
Con nuestra estrenada presencia municipal, decidimos redoblar nuestros esfuerzos para que esta fuera la última legislatura en que las viejas familias del PP mantuvieran su feudo. No estaba esta gente acostumbrada a tener oposición real, pero ha llegado el momento. Llevamos un año realizando comunicados periódicos a los vecinos y poniendo encima de la mesa los problemas, haciendo que la gente conozca las medidas que se toman, y constituyéndonos en la auténtica oposición. Y los viejos caciques locales están pasando de la tranquila confianza de quien tiene todo atado, a la crispación y los malos modos. Insultos, descalificaciones y veladas amenazas en los blogs locales han sido solo el aperitivo.
Recientemente, nuestra querida De Cospedal decidió que el transporte escolar para los niños de las urbanizaciones de fuera del pueblo era un gasto superfluo, el servicio médico de urgencias en el centro urbano también. El grupo municipal del PP, compuesto en parte por vieja guardia, y en parte con forasteros e independientes (por eso de la búsqueda de votos) ha sufrido conflictos internos y una práctica ruptura debido al alineamiento de alguno de los concejales nuevos con la oposición en el tema de los recortes sociales. Y la vieja guardia del PP ha ido perdiendo su careta democrática.
Ante la evidencia de que el pasado pleno municipal no seguiría sus consignas, el alcalde llevó a su círculo más próximo de seguidores al salón de plenos con el objeto de alborotar, insultar y gritar, y con el fin último de poder tener una excusa para suspenderlo sin tener que someter a votación asuntos que iba a perder. La maniobra fue tan burda y anti-democrática como efectiva. Los concejales del PP que han osado no seguir sus consignas han sido amenazados, incluso las ruedas del coche de uno de ellos rajadas. El mero hecho de reclamar el mantenimiento de estos servicios sociales básicos, oponiéndose a las medias tomadas por la Junta de Castilla La Mancha les hizo tener que salir escoltados por la Guardia Civil en tan accidentado pleno. La violencia verbal y casi física de algunos de los miembros del entorno caciquil, expresada en el pleno y fuera de él ante la connivencia del alcalde que debía frenarla, me dejó impresionado, y me recordó que esta derecha de toda la vida no deja de ser la heredera del franquismo, prepotente y violenta cuando se les cuestiona en sus privilegios.
La situación municipal es ahora mismo kafkiana. Un alcalde que suspende los plenos a su gusto para no tratar los temas que no le interesan, que no cuenta con el respaldo de la mayoría de los concejales pero al que no se puede hacer una moción de censura porque la ley electoral le blinda. Los concejales díscolos amenazados y presionados para que vuelvan al redil o para que abandonen sus puestos dejando paso a gente más obediente y alineada con el caciquismo de siempre.
Son curiosos los paralelismos que encuentro entre nuestra pequeña historia local, y la situación general del país. Con el PP al mando, las tensiones que los recortes sociales provocan están multiplicando el malestar y generalizando las protestas. En realidad parece que diera igual, la pseudo-democracia en que vivimos les blinda, y no dejarán el poder fácilmente por más que el repudio de la población sea total. Y cuanta más presión reciban, más aflorarán los tics autoritarios que llevan en sus genes. En la crispación, el odio, la chulería y la prepotencia de los miembros del PP de mi pueblo noto el sabor amargo de los vencedores de la guerra civil, gente que sigue el juego democrático tan solo mientras este no cuestione un poder que en el fondo piensan que les pertenece de forma natural.
Y tanto en mi pueblo, como en mi país, la oposición no es un PSOE que espera a que llegue su turno de forma natural pero que no cuestiona el orden "natural" de las cosas. La oposición la tenemos que hacer desde IU, sin medios pero con convicción y esfuerzo personal. Y cada vez tengo más claro que cuanto más peligre el equilibrio de un sistema atado y bien atado, más violenta la respuesta que recibiremos los que nos opongamos a sus abusos. Pero la preocupación que constatar este hecho me crea no va a ser suficiente para apartarme en mi camino, como creo no lo hará con la gente que día a día se moviliza desde la izquierda, multiplicándose para intentar despertar a una ciudadanía que aún sigue en su mayor parte dormida.
Por cierto, para quién tenga curiosidad, mi pueblo se llama Chiloeches, provincia de Guadalajara.
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