Estamos en un tenso compás de espera tanto en España como en Europa. En los próximos días se pondrán seguramente encima de la mesa medidas sin precedentes para intentar salir del atolladero de esa crisis económica en la que llevamos inmersos desde hace ya tres años y que solo da signos de empeoramiento. Vivimos momentos históricos, y ante la gravedad de la situación uno esperaría un fuerte debate entre las distintas corrientes políticas, una calurosa discusión entre los políticos de todos el espectro. Nada más lejos de la realidad.
Tenemos a estas alturas más o menos claras las alternativas que se barajan por parte de los conservadores europeos (que engloban en España no solo al PP, sino a sus socios de las derechas localistas). Su lectura de la situación es la de que estamos en una crisis derivada del excesivo endeudamiento público y de la falta de competitividad. Su receta es la del recorte social y la restricción del gasto público, garantizando sus ganancias al capital para que recupere confianza y nos saque de la crisis vía inversión. A muchos se nos hace evidente la debilidad de este discurso que solo nos lleva al desastre, pero no podemos negar que el discurso existe, y que las recetas, equivocadas o no, se han propuesto.
Y luego tenemos matices, que es lo que realmente se discute en estos días. Por una parte está Merkel defendiendo la ortodoxia ultraliberal con un tinte nacionalista germano, proponiendo una salida de la crisis a base de devaluar salarios y costes sociales de forma que se garantice el cobro a los acreedores de las economías fuertes que prestaron a paises menos competitivos. Frente a ello, la derecha de los países del sur nos ofrece una alternativa más "solidaria", en que los recortes son los mismos, pero en el que los paises "centrales" ayudan a los "periféricos" mediante la emisión de bonos garantizados conjuntamente. En realidad la receta no varía mucho, y solo se discute el reparto nacional de los costes y esfuerzos.
Tenemos por otro lado a la izquierda "minoritaria" (IU en España y sus socios europeos de Die Linke o Le Gauche) que apuesta por el abandono de los dogmas liberales a los que se culpa de la situación actual. Se propone un programa que devuelva a las mayorías la riqueza acumulada por las minorías a base de medidas que en realidad reflejan la vía socialdemócrata clásica. En parte dentro de esta izquierda, en parte fuera, se encuentran los que piensan que esta solución es un parche transitorio, y que la única salida real pasa por la superación del capitalismo y su reemplazo por una alternativa socialista (o similar). Desde esta izquierda en la que me englobo sabemos la importancia de lo que está en juego, y vivimos un clima pre-belico. Velamos nuestras menguadas armas y nos aprestamos a intentar alimentar y canalizar el previsible descontento hacia una protesta social que es la única esperanza ante unas instituciones absolutamente copadas por la derecha.
Y ya está.
Porque fuera de los partidos "populares" y de las "izquierdas minoritarias", resulta clamoros el silencio con el que encaran un momento político tan trascendental.
De Los Verdes cabe esperar poco. A ellos dedicaré una próxima entrada en el blog, porque merecen un análisis aparte, pero es evidente que su fuerza no está en su discurso económico, que es lo que aquí se discute. En clave más española, UPyD ofrece una "leal oposición" y sigue sin desvelar si son "chicha" o "limoná" a ver si va pillando algo del desgaste de los partidos mayoritarios. Es repugnante este partido oportunista y carroñero, pero tengo el convencimiento de que el tiempo les pondrá en su sitio.
Me dejo para el final el clamoroso silencio de la "izquierda mayoritaria" que componen los partidos socialdemócratas entre los que se englobaría el PSOE. La crisis les deja entre dos aguas, corresponsables de la implantación de las prácticas neoliberales que nos han traido hasta aquí, al llegar el momento de definirse son incapaces de encontrar su sitio. Reacios a hacerse la foto pública con sus supuestos enemigos conservadores a la hora de aplicar la nueva vuelta de tuerca, pero incapaces aparentemente de girar 180º y desandar un camino que les alejó de sus posturas socialdemócratas hace muchos años. Balbucean apenas peticiones de ralentizar los recortes, mientras hacen llamadas a la responsabilidad y apoyan cuando les toca esos gobiernos tecnócratas que se van poniendo de moda.
Esperan quizás pasar inadvertidos hasta recoger en el futuro los frutos del desgaste conservador. Espero francamente que no tengan razón al hacer sus cálculos, y que todos recordemos dentro de unos años donde estábamos cada uno en momentos tan decisivos como los actuales.
jueves, diciembre 08, 2011
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