sábado, febrero 06, 2010

Los valores de nuestra sociedad

Soy sin duda una persona anacrónica y desacompasada de la sociedad que me rodea. No me reconozco en mis conciudadanos, no pienso como la mayoría, no aprecio lo que aprecia la gente, repudio los sentimientos grupales, me gusta sentirme individuo libre, me rebelo contra los principios de autoridad vacíos y contra el seguidismo de la mayoría. Me fuí a vivir lejos de Madrid y no me importa conducir 100 kilometros todos los días con tal de abandonar el entorno humano y sus aglomeraciones porque desprecio en lo que nos convertimos cuando somos solo un número en el rebaño.

Para conocer cuales son los valores que realmente aprecio se puede acudir al final de "Cyrano de Bergerac", uno de mis personajes literarios favoritos:
Ahora os reconozco,sois mis viejos enemigos que me lanzáis avisos; la mentira, la cobardía, los compromisos…
Ya sé que conmigo finalmente vais a acabar; No importa:¡A luchar! ¡a luchar! ¡a luchar!
Sí, todo me lo quitaréis,el laurel y la rosa, llevároslos, pero me queda una cosa que me llevo, y esta noche cuando entre en la Casa de Dios brillará intensamente mientras diga mi último adiós.
Algo que inmaculado meceré en un arrullo,y me lo llevaré para siempre, y es: MI ORGULLO.
Es en mi vida un objetivo el honrar la palabra dada, el defender lo que creo justo, el no mentir ni engañar, ni aprovecharme de los demás. Intento transmitir mis valores a mis hijos, la libertad para pensar, creer y actuar y el no sucumbir a las corrientes dominantes, ni a los tabues, ni a los prejuicios; pero tampoco a la autocomplacencia. Y por supuesto el respeto a los demás como individuos igualmente libres, el no creerse ni superior ni inferior a nadie ni merecedor de más ni menos que los que nos rodean, el sentir empatía ante los problemas ajenos e intentar obtener el progreso personal como parte del progreso común a traves de la colaboración en lugar de la competencia.

Miro el mundo en el que vivimos y no me puedo reconocer en el. Una sociedad que considera el beneficio particular como medida del valor de las personas, sin importar los medios que se han utilizado para obtenerlo. Una sociedad que considera al altruista y al utópico como pobres estúpidos y que mira hacia otro lado o justifica las injusticias y miserias a partir de una autocomplaciente y egoista cultura del mérito.

Pero los valores de nuestra sociedad solo reflejan la imposición de una ideología al servicio de la sociedad capitalista/consumista en la que vivimos. Con una economía basada en la competencia y el egoismo como motor del progreso, en la búsqueda del beneficio propio aún a costa del perjuicio ajeno, el triundafor necesita un esquema de valores que le otorgue el reconocimiento de los demás; porque como animales gregarios que somos, es el reconocimiento un elemento clave sin el cual el éxito económico estaría vacío.

No bastará el empeoramiento económico y la crisis para que la gente esté preparada para luchar por un mundo diferente si no conseguimos un profundo cambio de valores entre nuestros conciudadanos.