domingo, mayo 19, 2013

Estamos listos.


En Julio de 2011, meses antes de las elecciones en las que la ultraderecha española alcanzó de nuevo al poder en España, escribí un mensaje en el blog en el que resumía mi visión del futuro político que nos aguardaba (La inevitable y dolorosa, pero tristemente necesaria y deseable victoria del PP). El día después de aquellas elecciones, resumía mi visión de donde quedaba la política española en otra entrada (Empieza la lucha. Queda un día menos para acabar con el PP.). Mis sensaciones en esos días eran de una especie de optimista rabia, sabiendo que lo que nos esperaba no iba a ser bonito, pero con la convicción de que era un mal necesario que nos preparaba para por fin poder salir del bucle bipartidista neoliberal en el que llevábamos instalados desde la transición. Han sido unos tiempos interesante y despiadados, una auténtica terapia de choque para un país al que ya no pillaban tan desarmado como hubieran deseado

Han pasado muchos meses y los acontecimientos se han sucedido tal como se preveía. Echando la vista atrás no puedo menos que reafirmarme en la conclusión de que esta era una fase que teníamos que pasar y que nos permitiría finalmente abrir nuevas expectativas, y en ellas quería centrarme en esta entrada.

La evolución del 15-M y los movimientos sociales:

Hace dos años, generados del caldo de cultivo de la crisis y del descrédito de las instituciones, diferentes movimientos sociales desperdigados confluyeron en las manifestaciones del 15 de Mayo de 2011. El torpe intento del gobierno del PSOE de reprimir la primera acampada dio origen al movimiento del 15-M. En estos días se rememora el segundo aniversario de aquel estallido y todo el mundo analiza su éxito o fracaso. Algunos hablan de como la última manifestación convocada no fue muy numerosa, como aquellas asambleas se fueron apagando, se dice que el movimiento ha perdido cohesión, se analiza que la falta de propuestas concretas y la falta de articulación de un partido político a su alrededor les ha hecho perder toda su relevancia. Muchos argumentan su inutilidad en base a como después de que surgiera llegarían sonadas victorias electorales del PP.

Yo sigo creyendo que algunos siguen sin enterarse de nada. No tienen más que ver la evolución de la intención directa de voto que reflejan las encuestas del CIS en los dos últimos años para ver que algo se ha roto en el sistema político español, y hay que estar muy ciego para no darse cuenta del importantísimo papel que el 15-M ha jugado en el proceso:


Los dos últimos años han sido una escuela en la que buena parte de la población ha aprendido a cambiar su forma de pensar, a dejar de ver la política como algo ajeno, a implicarse y a preocuparse. Y creo que hay mucha gente que va estando lista para algo más, que han visto que no basta con indignarse y hacer gritos mudos, que después de una manifestación masiva va a llegar un nuevo recorte social si permitimos que, con legitimidad o sin ella, los mismos de siempre nos sigan gobernando.

Algunos ven en el descenso de afluencia a las manifestaciones del 15-M como una prueba de desmovilización, pero yo opino lo contrario. La movilización existe, el cabreo está cada vez más a flor de piel, pero se va haciendo evidente que nuestros gobernantes se han instalado en un autismo que ignora la voz de la calle. Yo creo que la gente ha madurado, ha perdido algo de ingenuidad y el modelo de movimiento de hace dos años se les ha quedado pequeño ante la magnitud de la amenaza. Hay procesos que requieren su tiempo, que requieren su fermentación, y creo que mucha gente ha evolucionado en su forma de pensar y está ya lista para algo más.

Izquierda Unida y la izquierda extraparlamentaria.

En IU algo empezó a cambiar a partir de la IX Asamblea de 2008 y del proyecto de refundación de la izquierda de 2009. Es cierto que el proceso ha sido y es lento, pero se van imponiendo las ideas de confluencia, de la necesidad de abrirse hacia esos sectores que por unos u otros motivos están empezando a querer ser más activos en la lucha política. Después de los años de Llamazares en los que parecía que la coalición aspiraba a ser tan solo el báculo izquierdista del PSOE, se impone la idea de que ellos son parte del problema y dificilmente van a ser parte de la solución. Se mira hacia la calle, las plataformas y las mareas, en donde los militantes de IU hemos sido una parte muy activa; y se mira también a los pequeños partidos extraparlamentarios. Todas las voces hablan de la necesidad de un frente más amplio que la propia coalición, y todos pensamos en Syriza, pero también en ANOVA como ejemplo a seguir.  IU parece también estar lista.

En la izquierda extraparlamentaria, este tiempo tampoco ha pasado en balde. Entre sus grupos y partidos parece ir extendiéndose la idea de que existe la urgencia y existe la oportunidad de empezar a cambiar algo en la política española. No son seguramente todos, pero desde fuera si parece sentirse un importante run-run en favor de bajarse de los programas de máximos y apostar por una vez por uno de mínimos que permita confluir en un frente amplio. Y son importantes para lo que pueda venir entre otras cosas porque compensan las veleidades pactistas con el PSOE siempre presentes en IU. Creo que ellos están también listos.

Las encuestas electorales parecen haberse vuelto locas

Como antes indicaba, las encuestas recientes indican hasta qué punto el bipartidismo está tocado. En ellas, las intenciones de voto directo reflejan una debilidad sin precedentes de las dos patas políticas del bipartidismo, que pasan de sumar el 48% en la encuesta del CIS de hace dos años, a valores de entre el 20 al 25% en las encuestas más recientes. No es de extrañar que los sociólogos a cargo de preparar estimaciones de voto anden como loco cocinando resultados en unas circunstancias desconocidas, y es casi comprensible que caigan en lo que yo creo es una sobrevaloración de la capacidad de recuperación de voto del PP y el PSOE cuando llegue el momento de las urnas.


Si se hace un análisis más en profundidad de la última encuesta del CIS, los resultados son aún más impresionantes. A los grandes partidos tradicionales apenas les queda el apoyo de los sectores más renuentes a los cambios, los jubilados y los habitantes de poblaciones pequeñas. IU es ya por ejemplo, la fuerza con intención de voto directa más alta entre los habitantes de poblaciones de más de un millón de habitantes; en tan solo un año el PP y el PSOE han cedido casi un 50% en las ciudades más grandes del país.


Mención especial merece en mi opinión las recientes encuestas de intención de voto realizadas por Metroscopia para El País, referidas a la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Muy importantes porque Madrid es polo prinicpal de movilización social y por lo que la capital tiene de simbólico. Estas encuestas pueden significar un indicador anticipado de por donde puede evolucionar el voto en otros lugares del país en un futuro próximo, y en ellas el posible cambio electoral se hace aún más visible.

Para la Comunidad:

Para el Ayuntamiento:


Y una vez más, los datos sin cocinar son aún más esperanzadores y nos ponen ante un panorama donde todo es posible en unos futuros comicios:



El cambio ideológico va mucho más allá de lo puramente electoral

Los estudios de opinión nos muestran en realidad que el cambio que se está produciendo en la opinión pública española es mucho más profundo que la pura intención de voto. Por un lado existe una evidente crisis de valoración de las instituciones salidas de la transición, con la monarquía a la cabeza, pero ese cambio de valores no acaba ahí.

Recientemente se publicaba una encuesta de valores en distintos países de la fundación BBVA bajo el título de "Values and Wordlviews". Entre sus resultados para España destaca un rechazo al capitalismo que alcanza el 74% de la población, con un apoyo de tan solo el 18%, muy inferior al apoyo otorgado al estado del bienestar (81%) y al propio socialismo (31%). España se sitúa a la cabeza de Europa en su rechazo a la economía de mercado, rechazo que ha crecido nada menos que 20 puntos en los últimos años.

El cambio en la intención de voto no parece coyuntural, sino que parece reflejar un cambio de valores mucho más profundo y esperanzador.


¿Y ahora que?

El año 2013 es el último que le queda al PP de tranquilidad electoral. Como el PSOE en 2008, confíaban en que la naturaleza cíclica de la economía llevaría a esta a remontar durante los años de su mandato, de forma que para cuando llegara el 2015, unos mejores indicadores económicos le permitieran revalidar su mayoría electoral. Sin embargo vamos camino de la mitad de la legislatura y, a pesar de la propaganda oficial, la crisis no da indicios de mejora. Con las tasas de paro en ascenso, nada se puede argumentar frente a una ciudadanía que ya no tiene paciencia y que asiste indignada a los recortes en derechos sociales.

Sin embargo, antes del crítico año electoral del 2015, en 2014 se producirán unas elecciones europeas que pueden tener una importancia crucial. Las elecciones europeas tienen dos peculiaridades que las hacen especialmente propicias para marcar un vuelco electoral. Por un lado, al tratarse de una circusncripción única estatal, el voto útil carece de sentido; por otro lado el parlamento europeo se percibe como poco trascendente y por tanto resulta dificil movilizar al electorado más conservador con un voto del miedo.

Izquierda Unida, los movimientos sociales y el resto de la izquierda regional y extraparlamentaria tienen un año para constituir una fuerza electoral que puede aspirar no ya solo al "sorpasso" al PSOE, sino incluso llegar a soñar con desbancar al PP como fuerza más votada. Si eso ocurriera, la debacle podría dejar al PP tan debilitado que le pudiera ser imposible acabar la legislatura, y nadie puede prever lo que pasaría después.

¿Una fantasía? Es posible, pero nada nos impide soñar con ella. Ahora lo que toca es trabajar para que se pueda hacer realidad.