miércoles, julio 15, 2009

El absurdo nuclear

Nuestros amigos del lobby nuclear vuelven a la carga, y es que donde hay dinero todo lo demás carece de importancia. Ahora se trata de renovar la licencia de Garoña por otros diez años, renovación que generaría unos beneficios que algunos estíman en 2500 millones de Euros. Entiendo que para ganar ese dinero es lógico orquestar una campaña de desinformación pública a gran escala como andan haciendo.

Los argumentos en el debate los conocemos todos, pero a mi me gustaría volver a incidir en el asunto de la seguridad, algo tan obvio que solo la avaricia de los que piensan lucrarse con el negocio pueden pasar por alto.

Todo sistema es susceptible de accidente o avería. Es por ello que las empresas disponen de los llamados planes de contingencia con el objetivo de disminuir el riesgo o paliar sus consecuencias, eliminar el riesgo es por definición imposible. Un reactor nuclear, por bien diseñado que esté, no deja de ser una compleja máquina que puede sufrir accidentes derivados de un mal diseño, una operación incorrecta o incluso el sabotaje. Dándole el beneficio de la duda, estoy dispuesto a admitir que la tecnología nuclear es la obra cumbre de la humanidad, pero aún así resulta más que inquietante revisar la lista de accidentes nucleares graves que uno puede encontrar en Wikipedia (Accidentes Nucleares)

Con tan solo unas 500 centrales nucleares en el mundo me parece un record bastante preocupante, más cercano al juego de la ruleta rusa que a una operación tan segura como se nos quiere dar a entender. Por supuesto se nos dirá que ahora las medidas de seguridad son mejores de lo que fueron, lo que resulta contradictorio con afirmaciones de absoluta fiabilidad que siendo niño hace casi 30 años se nos hicieron por parte de los guías que nos enseñaron la central de Almaraz en una visita escolar.

El problema que parece no entenderse, es que si tenemos en cuenta la magnitud del daño que un accidente grave puede llegar a ocasionar, no existe ningún riesgo aceptable. De hecho, la cuantificación económica del daño potencial es tan elevada, que los contratos de seguro excluyen desde los años 50 la cobertura de las indemnizaciones por contaminación nuclear. Los seguros que cubren las centrales nucleares tampoco son capaces de cubrir los posibles daños, de forma que los convenios internacionales han fijado un límite de 1200 millones de euros como responsabilidad mínima a cubrir. Por comparación los daños económicos del accidente de Chernobil se cuantifican por cientos de miles de millones. Incluso en términos económicos, resultaría imposible considerar la energía nuclear como rentable si incluyéramos la cuantificación de los posibles daños dentro de sus costes. Es de una obvia inmoralidad que algunos se lucren a base de arriesgar nuestras vidas, pero por otra parte no es sorprendente en un mundo como en el que vivimos.

Si bajo este prisma la apertura de una central nuclear resulta un despropósito, lo de justificar la ampliación de la vida util de Garoña sería para reir si no fuera para llorar. El propio Consejo de Seguridad Nuclear recomienda como requisito la realización de un conjunto de modificaciones de diseño por parte del titular para reforzar la seguridad de la central. ¿Pero no hablábamos de una seguridad absoluta en la actualidad? No hablamos de reponer, sino de modificar un diseño que el propio CSN considera no suficientemente seguro hoy en día. ¿En manos de que caterva de sinvergüenzas e inconscientes estamos?

Garoña probablemente no se cerrará, ni ahora ni en el 2012 (no hay que dejar que un pequeño riesgo estropee un negocio tan estupendo). Seguramente que en el plazo de extensión de la licencia no pase ningún accidente grave. Seguramente.

martes, julio 14, 2009

La sostenibilidad del sistema

El otro día aproveché una comida con mi hermano para discutir un poco de política con él. Sus posturas suelen ser escépticas ante casi todo, y aunque cabe calificarlas como de izquierdas, ponen al ecosistema como a un valor en si, mientras que mis posturas también calificables como ecologistas, ponen a este al servicio del individuo.. En cualquier caso su escepticismo es un buen contrapunto a mi habitual entusiasmo, y las conversaciones con él siempre me resultan agradables y me dan que pensar.

Con el afán proselitista propio de los convencidos, le comenté que estaba buscando un texto convincente al respecto del eco-socialismo que pensaba que podía ajustarse a su forma de pensar. La idea es que la explotación de recursos sin límite no es más que una cara más de un sistema explotador e insostenible como es el capitalista-consumista en que vivimos. Desde mi punto de vista más que arrimarse a los movimientos ecologistas, los partidos socialistas deben de sacar a la luz y poner en primera linea de su argumentario los aspectos ecologistas que se encuentran inherentes a su ideología, algo que aún no se ha hecho, o no suficientemente. No se trata de volverse verde o roji-verde, sino de hacer ver que el componente verde es absolutamente inherente al rojo.

Andaba yo por esos derroteros cuando mi hermano me salió con una respuesta que yo no esperaba. Según su propio análisis, el planeta no tiene solución y ya no existe marcha atrás, las inercias de nuestro mastodóntico sistema ya no nos permitirá frenar a tiempo antes de estamparnos contra la pared del desastre ecológico. En realidad comparto en buena medida dicho análisis dado que la inercia demográfica es imposible de parar a corto plazo, y está claro que las medidas radicales de control del crecimiento tanto de población como de consumo son tan difíciles de tomar que, incluso si aún estuvieramos aún a tiempo, no se aplicarían hasta que fuera demasiado tarde. No puedo negar la evidencia, pero lo que nos diferencia es que yo siempre me apunto a las causas perdidas, aunque sea por un puro posicionamiento ético.

Aceptando esta interpretación de la situación, le planteaba que eventualmente tras una crisis que será sin duda terriblemente dolorosa, debe llegar algún tipo de equilibrio basado en una utilización sostenible de los recursos y una estabilidad demográfica. En mi opinión recursos considerados limitados como la energía o incluso el agua (que en realidad se reducen a la energia puesto que con suficiente de esta se puede desalar del mar y mover a donde haga falta) son potencialmente ilimitados con suficientes avances tecnológicos, y yo no dejo de ser un optimista irredento. Para mi sorpresa mi hermano no se molesto en refutar esta parte, sin embargo me planteó que no son ilimitados otros recursos más abundantes ahora como pueden ser los metales. Teniendo en cuenta que el reciclaje no permite la recuperación del 100% del recurso, debemos asumir que un mundo sostenible debería basarse exclusivamente en recursos orgánicos y energía renovable, lo que nos aleja aún más de este en el que ahora vivimos.

La conclusión de mi hermano es que la civilización en la que vivimos dejó de ser sostenible a largo plazo no desde la revolución industrial, sino desde mucho antes. Con matices, pero no puedo estar en desacuerdo.