viernes, abril 03, 2009

Optimismo post-G20

Acabó el G20 con mensajes de optimismo. Nuestros admirables líderes se han puesto las pilas y han encontrado la piedra filosofal que tornará crisis en crecimiento... o a lo mejor no.

Si uno desbroza de la propaganda oficial el contenido real, las medidas que se han aprobado parecen de poco calado. Un aviso para navegantes contra la opacidad de paraísos fiscales, compromisos de mayor supervisión al sector financiero y una cierta insistencia en paquetes de estímulo cuya estrella es el aumento de fondos para el FMI. La conclusión parece clara, los grandes políticos del mundo han decidido que aparte de ciertos apaños en los mercados financieros el sistema funciona perfectamente, de forma que bastará una inyección de confianza para retomar la senda del crecimiento ilimitado.

La verdad es que uno no es quién para cuestionar lo que gente tan importante ha concluido, pero tengo la sensación de que a lo mejor se están confundiendo los deseos con la realidad. Entender la actual crisis como una serie de catastróficas desdichas que han resultado en una crisis de confianza resulta demasiado fácil para mi gusto. Yo sospecho que las cosas no pasan porque sí, sino que son producto de lógicas inherentes al propio diseño del sistema, en cuyo caso el no hacer básicamente nada nos envía por caminos peligrosos. Vamos a darle al enfermo dosis aumentadas de la misma droga de cuyo síndrome de abstinencia sufre, el endeudamiento, si bien esta vez público una vez que las arcas privadas no dan más de si. Es posible (ni siquiera seguro) que el enfermo reaccione, pero sin curar la enfermedad solo servirá para posponer lo inevitable. Cuanto más tarden en admitirlo más complicado será encontrar un tratamiento que evite el colapso.

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