sábado, febrero 11, 2012

Jueces defensores del sistema franquista.


El primer juicio a Garzón ha acabado levantando las previsibles reacciones. Lamento profundamente la condena al juez, más que nada porque él parece lamentarlo. Siento admitir que desde un punto de vista egoista no puedo menos que celebrar el resultado como algo positivo, una inmolación y martirio que nos beneficiará a todos los que queremos una judicatura distinta, unas leyes distintas, una España distinta. Esa parte egoista piensa que no caerá la breva de que le condenen también por la investigación de los crímenes del franquismo, dudo que los muñidores de esta conspiración puedan llevar su inquina hasta este grado de torpeza, pero la esperanza nunca se pierde.

En los últimos años, a la idílica imagen de la transición y de nuestro sistema político no la reconoce ni la madre que la parió. Lejos aquellos años en que la inmensa mayoría de nosotros vivía en la ceguera y la autocomplacencia ante un proceso modélico del que íbamos presumiendo como subnormales. Las grietas han ido apareciendo hasta convertirse en auténticos boquetes por donde el monstruo engendrado para perpetuar en el poder a los herederos del franquismo se va desangrando. La reacción del tribunal supremo no es el despreocupado manotazo que alguien da a una molesta e inofensiva mosca, sino un desesperado movimiento de un poder que se ve realmente amenazado por todas partes. Los síntomas de su mala salud se multiplican en forma de protestas del 15-M, de erosión del bipartidismo, de cuestionamiento de la corona, y por supuesto de cuestionamiento de toda la farsa de la transición con su inaceptable ley del punto final.

Los que como en Matrix ya hemos comprendido la realidad y salido del ensueño, somos cada día más, y reacciones autodefensivas tan violentas y mal medidas como lo que se hace con Garzón hace abrir los ojos a un número creciente de personas. Antes eramos ese pequeño porcentaje de gente de izquierda que molestabamos tan poco como las moscas que antes mencionaba, bastaba con ignorarnos, excluirnos de los medios y dejar que nuestro discurso se ahogara. Pero la situación ha cambiado radicalmente, y las críticas que antes solo podías leer en círculos reducidos se abren pasa a los grandes medios de comunicación, llegando a unas mayorías que es necesario mantener adormecidas y estupidizadas.

Y para complicar las cosas, el maldito juicio contra el franquismo, que muchos desearían fervientemente que nunca hubiera empezado, se convierte en un asunto terriblemente dañino. Se cerró el juicio pero se les fue la mano, y al acusar a Garzón, todos hemos podido oir en los medios las humildes explicaciones de testigos de la barbarie franquista, y nos levantamos cada día con noticias del clamor internacional contra la antes admirada transición. El mito está tocado de muerte, pero en su agonía, el monstruo se revuelve y se seguira revolviendo de forma cada vez más violenta, acelerando sin embargo su propia muerte.

Entre los muchos actores en escena, me llama la atención la actuación de todos aquellos que, aún abducidos por las mentiras del sistema, se instituyen en los soldados que lo defienden. No hablo de aquellos que tienen claro lo que hay, y que lo defienden porque tienen claro que les beneficia, sino de aquellos que creen en conciencia estar defendiendo lo mejor. La acumulación de evidencias hace que inevitablemente poco a poco sus filas vayan menguando, un proceso lento e intelectualmente doloroso que hace que te des cuenta de que estabas equivocado y defendías justo lo que debías atacar.

Como soy un optimista impenitente en la general bondad de la gente, quiero creer que algunos de los jueces del supremo están en este grupo. Me imagino su incomodidad cuando la gente se agrupa en las calles para llamarles franquistas, su indignación ante lo que sin duda pensarán son acusaciones injustas. Me imagino igualmente esa incomodidad creciente cuando las mismas acusaciones te vienen de los medios internacionales que todos consideran prestigiosos, ahora incluso desde la ONU según lo que se leía hoy en la prensa.


En este sentido, la oficina de la Alta Comisionada recuerda que según las recomendaciones emitidas en 2009 por el Comité de Derechos Humanos, España debería revocar la ley de amnistía de 1977, ya que esta no se compadece con las leyes internacionales de derechos humanos. 
Por tanto, siempre según la ONU, “España está obligada ante las leyes internacionales a investigar las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el pasado, incluidos los cometidos durante el régimen de Francisco Franco”.


Me pregunto si con el paso del tiempo, y según el tinglado se vaya cayendo; quizás incluso (soñar es gratis) cuando tengan que asistir al escarnio público o a su expulsión de la carrera judicial; alguno de ellos se dará cuenta que realmente ha sido parte del monstruo corrupto que subyace en nuestras instituciones. Se mirará en el espejo y verá, quien sabe quizás con horror, reflejado a un franquista.

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