domingo, septiembre 16, 2012

Como ratones esperando a su flautista.


No creo haber comentado en este blog una experiencia divertida de una de las manifestaciones a la que acudí el año pasado de esas convocadas en las redes sociales. No recuerdo bien cual era el motivo concreto de la convocatoria, creo que fue después de que desalojaran el campamento de Acampada Sol cuando esta estaba tomada y blindada por la policía. 

El caso es que  auto-convocados creo recordar enfrente del congreso, protegido este como siempre por la policía, el relativamente nutrido grupo arrancó de forma más o menos espontanea hacia Atocha, desde donde supuse nos dirigiríamos por la calle Atocha hacia Sol. Superamos la calle Atocha lo que me indujo a pensar que el camino nos llevaría por la Ronda de Atocha, algo más de rodeo quizás con la estrategia de que nuestra subversiva acción tuviera más duración. Para mi sorpresa, la gente que iba en cabecera arrancó a andar en dirección casi opuesta a Sol, bajando si no recuerdo mal por Santa María de la Cabeza. Si bien esa extraña decisión disgregó algo el grupo, allá fue una mayoría, calle abajo, momento en que decidí que era la hora de volver a casa. No se si es cierto, pero me enteré después que la cabecera de la manifestación estaba nutrida por un grupo que se dirigía a impedir un desalojo, objetivo loable pero supongo desconocido por parte de los que tomaron dicho rumbo.

Viene esto a colación por lo que yo pienso tiene de extrapolable a la situación política y social actual. Me explico:

Como era de esperar, el PP se cae a trozos y su desprestigio puede hacerle incluso reventar por dentro. Es sin embargo una más agradable sorpresa relativa el que el PSOE no parece recoger los réditos del hundimiento del PP, lo que es demostrativo de las terribles grietas que el edificio bipartidista de la transición presenta. Y aunque aquí tenemos nuestros elementos específicos, es constatable que el proceso de crisis política se repite en muchos otros países europeos, si bien parece encontrarse en distintas fases.

Si la situación actual está demostrando una sana capacidad destructiva de los esquemas que nos han mantenido bajo control en las últimas décadas, no es menos cierto aquello de que "lo nuevo no acaba de nacer", de hecho no acaba de vislumbrarse siquiera. Los mensajes negativos parecen siempre más fáciles de extender que los positivos, y eso vale tanto para nuestra capacidad de atraer a la gente hacia movimientos de izquierda frente a la facilidad con la que calan los mensajes anti-políticos, como por la pervivencia de los efectos de una propaganda anti-socialista o anti-comunista que parece seguir enraizada en la mente de la inmensa mayoría de la población. Así pues tenemos una ciudadanía cabreada y pienso que con ganas de canalizar ese cabreo hacia un objetivo, pero que se encuentra desorientada y arrinconada entre el evidente fracaso de las opciones que el sistema les ofrece, y su inculcada prevención hacia opciones que identifican en el mejor de los casos con la utopía, y en el peor con una gris y autoritaria burocracia. 

No es de extrañar que la gente sea caldo de cualquier cosa, desde el fortalecimiento de opciones ultraderechistas situadas entre lo anacrónico, lo ridículo y lo nauseabundo (el caso griego en su extremo), como el seguimiento a movimientos patrióticos que prometen un futuro basado en el regreso a un pasado que además es ficticio (con sus triunfantes y movilizadas  "diadas"). Y lo mismo aplica a la operación UPyD que, dado su buen resultado, ha motivado al delincuente Mario Conde para tratar de recrearla en su vertiente más derechista (¿porqué no? En Italia un tipo incluso peor como Berlusconi ha tenido un enorme éxito). Otros ejemplos menos asquerosos pero igualmente peculiares lo protagonizan movimientos como el Partido Pirata, con un enorme tirón en Alemania y otros países nórdicos. Lo siento por alguno que me lea, pero no puedo menos que englobar en la misma categoría a los partidos "verdes", apoyados por gente que no es capaz de entender que no se puede atacar a una parte del problema sino que este es parte de un todo mayor que hay que resolver.

Mi conclusión es que, después de tantos años de lucha ideológica, más nos vale transferir esfuerzos desde la crítica al sistema actual, que ya se está cayendo por si solo, hacia la construcción de una iniciativa que permita que la gente se enganche, antes de que desnortados sigan tomando caminos a ninguna parte guiados por una gama de flautistas que van de lo siniestro a lo ridículo.

Nota final: Estoy sorprendido por las valoraciones de fracaso relativo que algunos hacen de una manifestación tan importante como la de ayer. Creo al contrario que la misma fue tremendamente exitosa, y posiblemente en parte por que por primera vez, al igual que ocurre con la movilización prevista el 25-S,se nos empieza a movilizar en busca de un objetivo (en este caso el pedir un referéndum frente a los recortes) y no meramente para protestar por algo. No es gran cosa como objetivo a largo plazo, pero menos da una piedra.

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