viernes, septiembre 09, 2011

Porqué no saldremos de la crisis así (teoría económica básica)

Dice Alberto Garzón (citando a Joan Robinson) en su recomendable serie de artículos sobre teoría económica para principiantes Hay que estudiar economía, que el principal motivo para estudiar economía era precisamente para evitar ser engañados por los economistas. Me llamó la atención porque cuando en el año 84 me matriculé en Económicas lo hice precisamente con ese mismo objetivo y una vez que pragmáticos consejos me alejaran de mi vocación por la geología. Soy por tanto técnicamente economista, aunque no me considero como tal sino más bien un contable venido a más, pero desde entonces he tenido múltiples oportunidades de comprobar que me decisión fué correcta. Con la no demasiado profunda teoría económica aprendida me he visto protegido de los efectos de la propaganda económica oficial, y es que si uno tiene los más mínimos mimbres y algún ápice de capacidad crítica, se hacen absolutamente evidente las medio verdades, completas mentiras y pura propaganda con lo que al público indefenso se le alimenta por parte de teóricos científicos económicos.


Venga este largo preámbulo como anticipo de una (espero) breve argumentación del auténtico motivo de la crisis y porqué pese a lo que diga la propaganda oficial ni hemos salido aún de ella, ni vamos a salir en los próximos tiempos. Lo que viene a continuación es teoría económica para "dummies" que espero de un poco de luz a los más legos de entre mis ocasionales visitantes.


Si fueramos a simplificar un modelo de economía podríamos plantearnos un país con un trabajador y un empresario que le emplea en su empresa. Imaginemonos que la empresa produce 10 EUR en bienes y el trabajdor cobra 8 EUR, siendo el resto beneficio. Para que esta pequeña economía funcione es necesario que todo lo que se produzca por parte de la empresa se compre, por lo que no habría problema siempre que el empresario compre los 2 EUR restantes en productos con lo que ha ganado. Si no es así y el empresario o los trabajadores ahorran, se entraría en una espiral negativa, la empresa acumularía productos sin vender por lo que reduciría la producción y se pagaría menos al trabajador, que tendría menos dinero para comprar lo que generaría más acumulación de productos sin vender y así hasta el colapso. Es por eso que los economistas siempre consideran positivo el consumo, pero no siempre el ahorro.


El ahorro no es necesariamente malo siempre que se dedique a inversión. Si de lo que produce la empresa, una parte se consume en mejorar la fábrica, no sobraría nada y volveríamos al equilibrio. De hecho gracias a este ahorrro invertido se puede mejorar la producción y hacer por ejemplo que al año siguiente haya que trabajar menos para producir lo mismo. El empresario que no consuma sus 2 EUR y los dedique a invertir en su propia empresa podrá producir más y ganar más dinero el año siguiente. Sin embargo eso solo sucederá si tiene compradores para su creciente producción. En caso contrario no tendrá ningún interés en invertir y preferirá guardar lo ahorrado lo que nos llevaría a la espiral negativa indicada anteriormente. Nuestra economía es así como una bicicleta que no puede pararse. Los beneficios empresariales deben reinvertirse lo que aumenta la producción, lo que exige que aumente el consumo. Si el consumo no aumenta los beneficios de la inversión desaparecen y el empresario preferirá ahorrar lo que como ya mencionamos antes resulta catastrófico. 


Existe sin embargo otra salida. Volviendo a la situación inicial, el empresario puede no consumir los 2 EUR que gana y prestárselos al trabajador para que compre los productos de la empresa. El sistema vuelve a funcionar, pero solo en la medida en que el trabajador esté cada día más endeudado. Es inievitable que en un momento dado la deuda del trabajador sea ya tan grande que el empresario tema no ser capaz de cobrarla y deje de prestarle. El trabajador, no solo ya no tendría ese dinero extra prestado para consumir, sino que se le exige que devuelva lo que le prestaron con anterioridad, lo que disminuye más su capacidad de consumo y lleva a la economía al desastre. 


Ese, y no otro, es el origen de la crisis económica mundial que estalló en 2008. Con la llegada del neoliberalismo en los 80 se ha producido un enorme trasvase de ingresos de los trabajadores a los empresarios. Para que el sistema funcionara y el consumo no cayera, el volumen del crédito se ha tenido que multiplicar por casi 5 desde 1981(datos de EEUU descontando inflación), hasta alcanzar en 2008 al equivalente de 13 veces el volumen del PIB (más detalles aquí). Era solo cuestión de tiempo alcanzar el punto en el que se dudara de la capacidad de recuperar lo prestado, y cuando el crédito se paró, el sistema entró en barrena. No había que ser muy listo para saber que esto iba a ocurrir, pero aquellos economistas que lo anticipaban eran acallados ante los propagandistas del sistema.


La tozuda realidad puso al sistema ante la evidencia de sus debilidades. Sin embargo las soluciones que se tomaron respondieron a los intereses de quienes tenían el dinero y el poder de dirigir la economía. Dado que la gente no tenía dinero para consumir, se emplazó a los gobiernos a gastar, endeudándose lo necesario. Con ello se frenó la crisis momentaneamente a la espera de que una recuperada confianza hiciera que el crédito volviera a ponerse en marcha y recuperar la senda del crecimiento basado en el endeudamiento. Podía haber funcionado, pero en cualquier caso por un tiempo limitado, porque al final es evidente que hay un límite de deuda por encima de la cual esta resulta impagable.


En 2010, dos años despues del estallido de la crisis la economía siguía sin remontar pese a las inyecciones de inversión pública. Por el camino ya no somos solo los ciudadanos, sino que el estado se encuentra crecientemente endeudado, lo que añade un problema nuevo. A la crisis de deuda privada le acompaña ahora una crisis de deuda pública lo que nos colocó en una nueva encrucijada. La solución tomada respondió de nuevo a los intereses de quienes tienen el poder económico, obligando a los estados a reducir el gasto público para garantizar la devolución de lo prestado. Estrangular el gasto público es receta segura de contracción en una economía convaleciente, y dado que el consumo sigue estrangulado por el masivo nivel de endeudamiento privado, la vuelta a la recesión económica era segura. Es todo tristemente previsible, hasta un aficionado como yo anticipaba en este mismo blog hace dos años que esto iba a ocurrir (ver entrada La economía Ponzi), obviamente eran muchos más los que lo advertían pero como siempre eran silenciados.


¿Y ahora que va a pasar? En mi humilde opinión nos adentramos en unos meses económicamente negros. Me temo que los que detentan el poder económico no van a encontrar ninguna receta que nos saque del agujero y que a la vez les mantiengan su poder y sus beneficios. Como un parásito que se ha hecho demasiado grande, están matando a su anfitrión y deberán ponerse a dieta so pena de que todo se caiga con ellos dentro. Existen un par de recetas posibles, pero pasan por un cambio en la distribución de la riqueza y los ingresos y dudo que sean tomadas en consideración hasta que la presión social sea insoportable. Una de ellas pasaría por la reducción del crédito acumulado. Tal cosa puede lograrse indirectamente mediante un significativo aumento de inflación que disminuya el valor de la deuda en términos reales, a la vez que se mantiene unos tipos de interes bajos.  Justo lo contrario que el ferreo control de inflación que nos intentan imponer desde las instituciones europeas y especialmente el BCE. En España, dado que la deuda es mayormente hipotecaria, se podría reducir el endeudamiento con medidas como la dación en pago. En cualquier caso se produciría un trasvase de riqueza real hacia los trabajadores lo que les permitiría reactivar el consumo. Me temo que aún así estaremos condenados a repetir la crisis de forma cíclica en el futuro cuando el nivel de crédito vuelva a ser insoportable..


Otra vía sería la de llevar a cabo una importante reforma fiscal redistributiva Se aumentaría los impuestos a los que más tienen y se utilizaría ese dinero para mantener políticas de estímulo. Estamos hablando de medidas reales que contibuyan a un reparto de la renta más a favor de los trabajadores, y no de los retoques cosméticos que de vez en cuando se proponen. Esto se combinaría con políticas laborales que protejan los salarios.


De momento nada hace pensar que se vayan a tomar medidas de este tipo a corto plazo, pero el deterioro de la situación y la falta de otras respuestas hace que me parezcan inevitables, so pena de que el sistema capitalista se acabe viniendo abajo de forma relativamente inmediata. Supone el desmantelamiento del neoliberalismo y la vuelta a los principios socialdemócratas de antes de los 80. Existen dudas de que las medidas anteriores puedan llegar a evitar el fracaso del sistema a largo plazo. Hay quienes pensamos que el capitalismo es insostenible, pero eso daría para discusiones mucho más prolijas.

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