sábado, febrero 23, 2013

No les va a ser tan fácil.


Los ultraliberales parecen tenerlo muy fácil. Un pueblo ignorante por tradición y asustado por circunstancias aceptó abrirle las puertas, esta vez de par en par. Engañados por décadas de propaganda, traicionados una y otra vez por esos que decían ser sus defensores (con sus chaquetas de pana), asustados por una crisis que barría empleos como un huracán devastador, atemorizados ante el abismo que supone tener que cuestionarse todas esas verdades, arrinconados y con el cuchillo de la crisis en la garganta, una minoría mayoritaria de la gente dio una mayoría absoluta al PP en el congreso de los diputados.

Naomi Kleim parece habernos abierto los ojos a todos con la teoría del shock. Nosotros hemos sabido de las teorías de Friedman de que para imponer una agenda ultraliberal hay que aprovechar una población en estado de shock, y entrar a saco con todas las medidas antisociales de golpe. Los ultraderechistas postfranquistas que nos gobiernan parece que han aprendido tales prácticas, y en unos meses han puesto en marcha su programa más ambicioso. Ha llegado la hora de ir a por todas, y ese "a por todas" es por encima de todo la sanidad pública. También la educación, pero esa era una pieza más fácil de cobrar, el sistema de conciertos había dejado ya muy mermada la idea de una educación igual para todos. Es cierto que la capacidad de lo privado de entrar en la educación universitaria había sido decepcionante, pero ya se iba por buen camino con sus Bolonia y sus master. Está bien, pero no es suficiente, la victoria se quiere total, y se quiere ya.

Ah, pero la sanidad es el premio gordo, ahí es donde está el negocio de verdad. El corazón de lo social y una necesidad mucho menos prescindible que la propia educación. La táctica es evidente y nauseabunda. Consiste en ahogarla de recursos para poder justificar que es insostenible. Nos matan un sistema sanitario enórmemente prestigioso ante nuestros ojos mientras nos ofrecen una sanidad privatizada a cambio de nuestra rendición. Te mato la sanidad si no aceptas a privatizarla.

Las cosas sin embargo no salen del todo bien. Empezaron las protestas, las mareas y la movilización entera de los distintos sectores. No eran los perroflautas, sino funcionarios como los médicos, votantes suyos sin duda, conservadores en proporción mayoritaria, los que se plantaron con una firmeza que a algunos aún nos tiene boquiabiertos. Y luego para colmo de males estalla la corrupción, esos pecadillos que siempre vuelven para mancharle a uno la impecable presencia. Y encima también protestan los funcionarios de justicia, y se le ven las podredumbres a la casa real. No definitivamente esto no va del todo de acuerdo a los planes.

Nosotros saldremos a la calle este 23F. Supongo que seremos muchos, muchísimos, y el clamor no podrán dejar de oirlo. Y ellos tratarán de hacerse los fuertes (un gobierno fuerte dice le lerdo de nuestro presidente), mientras tratan de acelerar su agenda, mientras observan medrosos como sube la marea que con un poco de suerte se los llevará por delante. Parecía tan fácil, pero igual no lo acaba siendo tanto.

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