domingo, diciembre 01, 2013

Cuanto peor, mejor.


Me paso los días escrutando en busca de malas noticias económicas. Cruzo los dedos por que suba el paro, analizo tendencias aferrándome a cada indicio de bajada de confianza, suspirando por malos datos en los índices de producción industrial, subidas en los índices de morosidad y bajadas en las ventas minoristas. Estoy instalado en el cuanto peor mejor, triste condición que merece una explicación hacia todos aquellos que sufren la crueldad del paro y la desesperanza de la miseria, pero es que estamos en un momento crucial. De como evolucione la economía en los próximos meses puede depender nuestro futuro a largo plazo.

Contaba Naomi Kleim en su conocido libro: "Doctrina del Shock", como los poderes aprovechan la desorientación ante un shock como el que estamos viviendo, para hacernos tragar medidas y políticas que en caso contrario serían demasiado impopulares. En esa fase de debilidad social hay que lanzarse a saco antes de que la ciudadanía reaccione y la movilización social impida ir más allá. En este sentido, lo que ha hecho Rajoy es de manual. En su primer año de gobierno se lanzó a una política de ajustes duros bajo el escrutinio (y mandato) de la troika. Inversión publica, gasto social, salarios de funcionarios, legislación laboral, impuestos y ya en 2013, las pensiones. No se ha dejado un solo palo sin tocar en busca de la ansiada mejora de competitividad (vía salarios), la garantía del pago de la deuda y el desmantelamiento de lo público.

El plan se supone que es hacernos pasar por esta purga con el objeto de poner nuestra economía "en forma" (según doctrina neoliberal) lo que debería dar sus frutos en forma de descenso de empleo y aumento del PIB en los años siguientes. Doloroso pero necesario, es el mensaje que se hace tragar a la sociedad, y doloroso ha sido. Ahora toca esperar a ver como germinan estas medidas de forma que para cuando se vuelva a pasar por las urnas, hayamos asumido el castigo como necesario. De esta forma el PP podría revalidar su poder y la nueva situación de salarios más bajos, condiciones laborales más precarios, y servicios sociales más pobres quedaría consolidada como un mal menor en el imaginario colectivo de los españoles.

Evidentemente, todo el plan se puede venir abajo si la citada recuperación no llega y si esta no se refleja en un crecimiento del empleo. Sin embargo hay elementos que juegan a favor de que se produzca ese cierto repunte:

  • Los poderes económicos transnacionales se juegan mucho en el envite, y lejos de ser meros observadores, contribuyen con su granito de arena para que la jugada salga bien. Después de asfixiar a nuestro país en años anteriores facilitando la especulación contra nuestra deuda, han tomado ya las medidas oportunas para que esta deje de acosarnos, de forma que el gobierno se apunta el tanto fácil de la mejora de la prima de riesgo. También han decidido aflojar la presión en su objetivo de equilibrio presupuestario para el año 2013, que tras fijarse en 2012 en un 3%, se subió al 4,5% y se ha vuelto ha subir hasta el 6,5%.
  • La economía rara vez avanza en linea recta. Después de años de crisis parece fácil que acabe llegando una cierta recuperación a las economías europeas, lo que arrastraría a la propia economía española. Un crecimiento anémico puede ser el preludio de nuevas recaídas en la siguiente fase del ciclo, tal como ocurrió en 2010, pero convertirlo en un gran éxito requiere tan solo una dosis suficiente de marketing.
  • Los indicadores con los que se juega son tramposos. La recuperación del PIB puede producirse a base de mejorar los beneficios del capital por medio de la venta al exterior, lo que no aumenta el bienestar general (ya está pasando). La bajada del desempleo puede darse ligada a menores salarios y mayor número de empleo a tiempo parcial, con lo que la masa total de la renta de los trabajadores podría descender, y la menor tasa de paro podría por tanto constituir un puro reparto de la miseria (por esa senda vamos).
Nuestro gobierno ha hecho sus deberes, y tras recibir las correspondientes palmaditas por parte de los amos del cotarro financiero, espera que las circunstancias se le pongan de cara, pero el tiempo ya le apremia. En pocos meses se inicia el nuevo ciclo electoral, y si no hay atisbos serios de mejora, el descontento que ahora existe puede llevarse por delante ese bipartidismo garante del status quo. Con una mezcla de miedo y esperanza otean los nubarrones económicos en vista de los primeros claros. ¿Será cierto que ya va apareciendo la luz? Pues la verdad es que propagandas aparte, el tema no está tan claro.

Si analizamos la evolución del PIB de España y de nuestros socios europeos en los últimos años, podemos observar como la reciente mejora en nuestro país no es más que el reflejo de la mejora de nuestro entorno. Parece evidente que al menos de momento, tras el ciclo de ajustes que empezó en 2010, y pese a la cacareada mejora de competitividad que da el descenso en los salarios reales, no hemos conseguido disminuir sustancialmente el diferencial en el crecimiento económico con nuestros vecinos, como podemos ver en la gráfica siguiente.


Más esperanzador puede parecer el hecho de que nuestro gráfico refleje como la economía europea parece haber rebotado de la reciente recaída y entrado en cotas de crecimiento positivas. Si dicho crecimiento se consolida, la economía española debería ir detrás, aunque nada garantiza que dicha recuperación no sea transitoria como ya ocurrió en 2010. Además, hay que tener en cuenta que nos queda por delante la mayor parte del ajuste presupuestario exigido por Europa, si bien las autoridades del continente parecen tener claro que hay que aflojar de momento. De ahí que el objetivo de déficit para 2014 se haya fijado en un 5,8%, tan solo 0,7% menor que el de este año.

Por el lado del desempleo las cosas siguen sin estar tampoco claras. Es verdad que a partir del verano se ven datos de afiliación a la SS algo mejores, pero en julio pasado, al final del ciclo estacional de creación de empleo, la cifra acumulada de pérdida de afiliados seguía siendo similar al terrible año anterior. Aún tienen que mejorar las cosas de aquí a febrero para que el ciclo entero de 12 meses no siga arrastrando datos peores que los de los últimos años del denostado Zapatero, más difícil aún conseguir entrar en algún tipo de crecimiento.


Así pues aquí estamos unos y otros esperando a que los datos económicos nos confirmen si el plan en marcha tiene algún viso de triunfar. Después de un final del verano bastante positivo, los datos internacionales lucen algo peor, con el PIB de la Eurozona desacelerando, los países emergentes con problemas y tanto Japón como EEUU flojeando pese a sus políticas monetarias expansivas (que han alimentado una nueva burbuja financiera cuyo estallido se puede llevar todo por delante). En España las exportaciones parece que crecen menos, el crédito sigue en continua caída, los impagados en cifras record y las ventas al por menor bajo mínimos.

De momento las encuestas de intención de voto parecen indicar que la gente aún no compra el discurso optimista del gobierno, si bien el PP parece haber parado un poco su caída. Si la luz al final del túnel no se hace visible pronto, la sensación de engaño puede aumentar el enfado acumulado y llevarse por delante al partido del gobierno. 

Así, las esperanzas van por barrios, y mientras el gobierno reza a sus vírgenes porque las cifras le den un respiro, yo no puedo menos que rezar por lo contrario. Esta semana se publican los datos de paro y afiliación a la SS de Noviembre. Comparando con años anteriores, una cifra de descenso pequeña permitiría mantener la ilusión de la incipiente mejora. 


Cifras cercanas o por encima de 50 mil indicarían que la cosa no mejora y no serían un buen anticipo navideño para nuestros gobernantes. La respuesta, el martes.

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