martes, febrero 05, 2008

¿Otra izquierda es posible? (II)

Así pues, volviendo sobre el tema, si lo que caracteriza a la izquierda es su inconformismo ante las injusticias y las desigualdades no cabe duda de que el problema dista mucho de haberse solucionado en este mundo de dos velocidades. ¿Nos hemos convertido en una engranaje más que ayuda a sostener una situación de injusticia global a la que damos la espalda? ¿Cuantos de nosotros estamos realmente dispuestos a sacrificar grados de bienestar en un necesario proceso de reequilibrio entre nuestro opulento occidente y el crecientemente miserable tercer mundo? ¿No dejamos de ser todos nosotros con nuestro pisito, nuestra hipoteca, nuestro cochecito y nuestros viajes el sistema defensivo que protege y justifica un sistema radicalmente injusto?

Necesitamos respuestas globales, caminos que nos lleven hacia ese mundo mejor, y no valen las declaraciones de buenas intenciones ni las utopías en el aire. Necesitamos que se diseñen los pasos concretos, las metas intermedias que nos acerquen hacia el objetivo final desde nuestro amodorramiento actual, porque afirmar que otro mundo es posible dista mucho de explicar como cambiarlo. ¿Tenemos ese tipo de respuestas en nuestra izquierda?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

FEBRERO DE 2008

Las viejas ideas de las nuevas izquierdas
por Félix Ovejero Lucas

En este texto, Félix Ovejero señala cómo la izquierda contemporánea se ha ido alejando de su mejor herencia, aquella que apostaba por un parejo acceso a la
libertad. No es que el ideario haya fracasado, señala, sino que las formas de institucinalizarlo han caducado.



Las fotos fijas ayudan a reconocer los cambios en el paisaje. Para situar “los cambios en la izquierda” hay muchas secuencias fotográficas a las que acudir. Una resulta especialmente iluminadora. Hace poco más de treinta años la izquierda europea más tibia incluía en sus programas diversas propuestas de propiedad pública o de redistribución de la renta. Apenas diez años más tarde, esa misma izquierda, en el gobierno, privatizó las empresas públicas y bajó los impuestos. En medio, no hubo mayores discusiones sobre la eficiencia y la equidad o sobre el control político de las empresas públicas. Hoy en las tertulias radiofónicas, que, en lo que tienen de complicidades tabernarias, con sus condenas y aplausos desprendidos de cualquier argumentación, condensan bastante bien los tópicos morales y políticos que rigen las sociedades, cualquier propuesta de hacer el camino de vuelta hacia lo que se consideraba normal hace bien poco, se juzga no ya “rancia” sino, directamente, un robo. Por supuesto, importan poco los datos o los análisis. Las descalificaciones no apelan a atendibles teorías sobre la eficiencia de los mercados en competencia perfecta. Las empresas públicas o los impuestos se condenan, sin más. Como se condena, en general, cualquier forma de intervención pública. Sin razones, como palabra última. A lo sumo, se acude a acartonadas consideraciones sobre la bondad de las empresas o los dineros en manos de la sociedad civil, como si unos pocos poderosos fueran más sociedad que todos los demás. A nadie le importa que, por lo general, en las privatizaciones, lo que era un monopolio público pase a ser un monopolio de unos cuantos, sin que el mercado asome por parte alguna, o que sociedades, como Suecia, con sistemas fiscales progresivos, en las que el gasto público alcanza al 60 % del PIB y las empresas públicas están entre las más importantes, obtengan notables niveles de bienestar y de calidad democrática. Y por supuesto tampoco se molesta nadie en recordar que sin un Estado fuerte no hay libertad o que sin intervenciones planificadas, a estas horas, la gripe aviar se habría llevado por delante a millones de seres humanos.

Se puede seguir leyendo en:

http://www.letraslibres.com/index.php?art=12710

Espero que le interese. Un saludo.

EGS dijo...

Muy interesante, como no podía ser de otra manera tratándose de Ovejero. Gracias por la recomendación.

De todas formas me queda la duda de si merece la pena esforzarse por mejorar las condiciones de los que ya somos privilegiados, o si deberíamos centrarnos en como mejorar la situación de los auténticos miserables que no están en su mayoría en nuestra Europa.