martes, junio 30, 2009

Nuestras propias mezquindades

Es una constante a la que uno no le gusta acostumbrarse ver con que facilidad se dejan atras los principios cuando están en juego los intereses. Lo mismo son los trabajadores de Santa Bárbara tan convencidos de que proveer de armas a gobiernos inmorales como el israelí es aceptable para evitar que se pierdan puestos de trabajo, que ahora los de Garoña a los que les parece de perlas que se extienda la vida de una central nuclear obsoleta.

Son ejemplos públicos, pero lo veo día a día en nuestro mismo entorno. Lo veo en mi madre (lo siento si me lees) que se siente de izquierdas pero que como piensa ya en cuando se muera le parece fatal que se pongan impuestos sobre las herencias; en mi cuñada (disculpas también aunque se que no me lees) que dado que a su marido le ofrecieron un puesto de concejal del PP en su pueblo pasó sin problemas de votar a IU a votar a estos; en mi amiga Isabel (sigo con las disculpas), también de IU de toda la vida pero que ha montado su pequeño negocio y empieza a ver la relación con su única trabajadora de una forma diferente a cuando ella era la empleada; en los vecinos de mis padres, rojos de toda la vida, que ahora que su madre está enferma y necesita cuidados exprimen hasta la explotación a la persona que han contratado para cuidarla.

No me quiero engañar, seguro que si soy honesto tendría que ver la viga en ojo propio antes que la paja en el ajeno. Lo que está claro es que con nuestras pequeñas mezquindades contribuimos entre todos a hacer de este un mundo mucho peor.

2 comentarios:

Sergio Sanz dijo...

Que difícil es, a veces, ser coherentes con las propias ideas, ¿no?

Es como el chiste aquel, en el que un comunista dice: "Si tuviera dos casas, le daría una al pueblo! Si tuviera dos coches, le daría uno al pueblo!" Y el pueblo, haciéndole la ola. Y uno le pregunta: "¿Y si tuvieras dos gallinas?" Y el otro le contesta: "Eh! Cuidado ¿eh? Que tengo dos gallinas".

Algo de eso hay.
Saludos

EGS dijo...

El problema es que para la izquierda como la entendemos este asunto se vuelve un tema central (incluso "el" tema central) dado que defendemos la colaboración y la solidaridad frente al egoismo particular que tan bién encaja en las teorías económicas liberales.

Si asumimos que el hombre es simplemente egoista resulta utópico hablar de socialismo, o lo que es peor, solo sería posible a base de reprimir al insolidario. Sin embargo me niego a pensar que la gente es de natural egoista, porque la realidad nos dice que todos hacemos sacrificios con naturalidad por nuestros familiares y amigos (algunos, incluso por desconocidos).

Yo defiendo la teoría de que la insolidaridad y el egoismo nace de no considerar al resto de la gente como parte tuya. Si consiguieramos que nos doliera el sufrimiento de un niño en Ghana tanto como si fuera el hijo de un amigo o un familiar la cosa cambiaría.