sábado, enero 15, 2011

De la huelga a la claudicación

En Septiembre, días antes de la huelga a la que había anunciado en mi empresa que me sumaría, me llamó mi antiguo jefe desde nuestra oficina central en Suiza. El mensaje era una advertencia de parte de la responsable de RRHH en Europa indicándome que no sería bien visto en la empresa que constara que uno de los directores en Madrid se sumara a una iniciativa sindical. Cedí a la presión y llegamos a un acuerdo, sustituí la huelga por un día de vacaciones tras pensarlo mucho. Mi hermana, que trabaja en una pequeña empresa se sumó a la huelga tras negociar con sus patrones. Ambos tenemos familia e hipoteca y no podemos permitirnos perder nuestro trabajo, ambos por otra parte dañamos en el proceso nuestra situación laboral.

Semanas antes de la huelga me afilié a CCOO. En mi solicitud incluí una explicación de mis motivos, relacionados con que por fin el sindicato se hubiera dado cuenta que tocaba confrontación y lucha. Participé en un piquete frente a las cocheras de la EMT, empapelé mi urbanización con propaganda de la huelga, hice proselitismo, discutí con amigos, participé con mi familia en la manifestación del 29 y las que siguieron convocadas por mi nuevo sindicato.

Han pasado casi cuatro meses en los que he ido pasando de la esperanza a la decepción y de esta a la indignación. Las primeras señales vinieron del silencio clamoroso tras la huelga por parte de los grandes sindicatos , una huelga que uno pensaba como el primer paso en la estrategia para intentar revocar la reforma laboral de Junio. Muy al contrario, CCOO pareció dar el tema por zanjado y el expediente cubierto con una huelga hecha a regañadientes. Mi esperanza inicial se tornaba en decepción ante la vuelta a las andadas. Me pregunto que sentirán aquellos que fueron un poco más allá que yo en su compromiso con la huelga y hayan sufrido represalias e incluso el despido como consecuencia.

En Diciembre el gobierno anunció la siguiente vueltas de tuerca. Recortados los derechos laborales llega la hora de ir a por los derechos sociales. La primera reacción en contra pareció decidida por parte del sindicato, sin embargo a finales de mes se conoce que se están manteniendo discretos contactos y negociaciones con el gobierno. Resulta indignante el mero hecho de sentarse a negociar con alguien que nos roba, destruyendo los avances sociales conseguidos en más de un siglo de lucha e insultando por el camino a la memoria de todos los que dieron incluso su vida por ellos.

Esta semana parece que el fantasma de una nueva huelga se desvanece. En un giro inaudito, los sindicatos parecen dispuestos a aceptar el retraso en la edad de jubilación, a cambio de suavizar algún aspecto. Es más, en un kafkiano síntoma de síndrome de Estocolmo, invitan al PP y a la patronal a unirse a la fiesta y dan señales de que aceptarán la reforma de Junio si se retoca mínimamente. Para redondear, proponen ampliar la negociación a otras areas. Aparentemente no es que Toxo haya perdido la cabeza, dado que se cuenta con el apoyo casi absoluto del Consejo del sindicato. Resulta tan increible que me trae a la cabeza esa dantesca historia del canibal alemán que mató y devoró a su amante tras obtener una petición escrita de este.

El daño ya está hecho. Hemos aceptado todas las premisas y reglas del juego y ya no se puede ganar. Se acepta implícitamente la necesidad de reformar y así se le deja saber a la gente. El mensaje no puede ser más claro y devastador para las esperanzas de los que pretendan resistirse: ante la crisis hay que aceptar las reformas, y como mucho podemos aspirar a matizarlas. El gobierno y los poderes a los que sirve pueden ya lanzar una nueva oleada de recortes ante la sumisión ignorante de la mayoría.

Yo, mientras decido si devolver mi carnet de CCOO con mi solicitud de baja, o si me quedo con el para darme el gusto de quemarlo en la chimenea, me pregunto como he podido ser tan imbecil de confundir mis esperanzas con la realidad. CCOO es un sindicata cuyos dos últimos dirigentes se encuentran englobados en las filas del PSOE uno y de  UPyD otro. Ya no es que se haya adocenado y apoltronado en una estrategia de negociar recortes a trocitos sin apenas resistencia, es que finalmente tengo que admitir que es un sindicato que sirve a los intereses del poder, contribuyendo a que nos traguemos trago a trago y sin resistencia todas las amargas recetas qeu los que detentan el poder nos van preparando.

Yo, como afiliado temporal, he contribuido al proceso. No puedo menos que sentir verguenza ante mi estupidez.

2 comentarios:

Mayoyo dijo...

Como le entiendo. Yo seguí el mismo camino. Me afilié cuando la huelga, como una respuesta al antisindicalismo que existía entonces, y como apoyo a CCOO, un sindicato que demostraba su compromiso con los trabajadores. La próxima semana, triste y con cara de gilipollas solicitaré la baja, y seguiré luchando, como siempre, desde IU.

Anónimo dijo...

En mi trabajo he contribuido a fundar un nuevo sindicato, alejado de la poltrona y el pesebre. Por ahora, y en las primeras elecciones a que nos hemos presentado, pese a las zancadillas de los "amigos del poder", hemos obtenido dos representantes en la Junta de Personal. Estamos en el buen camino, pero hay que recorrerlo. Hay que arrumbar a estos "chupatetas" profesionales y alumbrar un nuevo sindicalismo que defienda los intereses de los trabajadores y de las trabajadoras y no los de la secta.

Yo me quedé el carné de CCOO para quemarlo a gusto.